Diario de Sevilla

ZIDANE VS. KOEMAN Segundo asalto

● El último clásico de la temporada deja como ganador al entrenador del Real Madrid, que subsanó bajas de peso ● El holandés se confirma como un mal encajador

- Roberto Morales (Efe)

El clásico del fútbol español deja como gran ganador a Zinedine Zidane. El Real Madrid, con bajas de la importanci­a de Sergio Ramos, Dani Car vajal, Raphael Varane o Eden Hazard frente al Barcelona, consumó su resurrecci­ón regresando muchos meses después al liderato de la Liga. El técnico francés pasa de su momento más difícil en el banquillo a sentir confianza para pelear por el doblete.

Son cosas que sólo en el fútbol encuentran explicació­n. Al Real Madrid se le dio por muerto. En la Liga de Campeones, cuando se asomó al abismo de caer a la Liga Europa después de ir a remolque en su grupo por la derrota ante el Shakthar Donetsk en Valdebebas; y con pocas opciones en la defensa de l a corona liguera, con diez puntos de desventaja ante el Atlético de Madrid después de sorprenden­tes derrotas caseras ante Cádiz o Deportivo Alavés.

En el momento decisivo de la temporada, tirando de lo que tiene y con bajas de titulares indiscutib­les, tras superar el susto y acabar primero su grupo en la Champions, ya atisba las semifinale­s, con dos goles de ventaja para la vuelta de cuartos de final de Anfield (3-1). Un crecimient­o que encuentra su base en la Liga, donde ha asaltado el liderato y aumentó la presión sobre el Atlético de Madrid.

Nunca en la historia de la Liga española se remontó una desventaja de diez puntos. El Real Madrid la tuvo e incluso con un partido por jugar del líder. Sus 50 puntos en 19 jornadas fueron un ritmo inigualabl­e, al que se sumaron las dudas madridista­s que ahora han desapareci­do. Los de Zidane son pura fe y desde la máxima entrega en cada partido, superando cada adversidad en forma de lesión que se les pone en el camino, han encontrado su mejor fútbol en una semana trascenden­tal para su futuro.

El duelo de las 19 Copa de Europa y el clásico se presentaba­n como exámenes definitivo­s para marcar el lugar que ocuparía el Real Madrid. Y salió vencedor de los dos primeros capítulos. El desgaste físico realizado ante el Liverpool provocó un cambio en la estrategia de Zidane, que entierra definitiva­mente la fama de mal estratega. “Estamos al límite físicament­e”, confesó tras el triunfo.

Esa sensación le llevó a protegerse con la apuesta por Fede Valverde y renunciand­o a un jugador en la mejor de sus rachas goleadoras como Marco Asensio. Era un sacrificio por el bien del equipo. Aumentar una pieza en el centro del campo, juntar líneas, castigar la pérdida del Barcelona y atacarle con velocidad. Ahí apareció la precisión en el pase en largo de Luka Modric y la velocidad del brasileño Vinicius.

Zidane convirtió en improducti­va la posesión del equipo de Koeman y supo hacerle daño buscando las espaldas de sus laterales. Con Vinicius exhibiendo físico y Lucas Vázquez siendo un guerrero en tareas defensivas y apareciend­o para asistir en la obra maestra de Benzema. Llevaba el francés nueve clásicos sin marcar. Una deuda pendiente que saldó como solo los genios pueden hacerlo, con un taconazo que pasa a su colección de obras maestras.

Fede Valverde, un jugador que le está tomando bien el aire a los clásicos, cumplió con su papel a la perfección. Ayudó a rebajar la inf luencia de Jordi Alba en sus i ncorporaci­ones y rompió líneas con su físico y una perfecta conducción de balón. Su jugada decantó el clásico.

De la lectura perfecta de un planteamie­nto táctico al sufrimient­o máximo para sostener el partido hubo quince minutos. El tiempo que duró el descanso. La reacción tardía táctica de Ronald Koeman, las piernas pesadas de los jugadores del Real Madrid, los golpes que impidieron acabar el partido a Lucas Vázquez y Valverde, la falta de acierto para poner el broche en contragolp­es. Demasiados condiciona­ntes convirtier­on en agónico el triunfo.

La hazaña de Zidane adquirió mayor valor por su valentía en los cambios. Se expuso a cualquier crítica en caso de no haber mantenido el triunfo, dando entrada a jugadores sin ritmo de competició­n que no han contado en gran parte de la temporada. En un clásico trascenden­tal, por si no era poco con Militao de la grada a jugar dos grandes duelos seguidos a gran nivel, apareciero­n de golpe Álvaro Odriozola como solución a la lesión de Lucas, Mariano, Marcelo o Isco. Futbolista­s referentes como Benzema, Kroos o Vinicius eran sustituido­s. Y el Real Madrid aguantó gracias a ese gen competitiv­o tan particular.

Zidane lo ha vuelto a hacer, ha unido a una plantilla en un momento decisivo, con todos sus jugadores enchufados. Y sale ganador en duelos de grandeza. Derrotó a Koeman en sus enfrentami­entos, impulsó 40 años después al Real Madrid hacia el triunfo en tres clásicos consecutiv­os y culminó la remontada liguera. “Aún no hemos ganado nada”, aseguró fiel a su mensaje, consciente de que lo más difícil llega en los últimos partidos de la temporada.

Enfrente, el Barça dejó escapar la ocasión de dejar al Madrid a cinco puntos y Ronald Koeman confirmó que no sabe digerir las derrotas y volvió a mostrarse muy quejoso con la labor arbitral.

El galo acertó el sábado al sacrificar a Asensio por un medio más, Fede Valverde

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FOTOS: JUANJO MARTÍN / EFE Zidane, atento bajo la lluvia.
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Koeman se queja en Valdebebas.

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