Diario de Sevilla

Nuevo tiroteo entre dos familias enfrentada­s en las Tres Mil Viviendas

● Ambos bandos ya protagoniz­aron un primer incidente en octubre, originado por las molestias ocasionada­s por unos niños

- Fernando Pérez Ávila

Siete meses después de que protagoniz­aran un primer incidente en el que hubo disparos, dos familias de las Tres Mil Viviendas volvieron a enfrentars­e el pasado fin de semana. Uno de los contendien­tes llegó a sacar una pistola y efectuar varios disparos, aunque la mayoría de los tiros fueron al aire y ninguna persona resultó herida por arma de fuego. Esto ha provocado que la tensión entre ambos bandos haya ido en aumento en las últimas horas.

El suceso se produjo en la barriada de Murillo, en la zona de los Marrones, muy cerca de la sede de Lipasam en el barrio. Ambas familias enfrentada­s llevan años relacionad­as presuntame­nte con el tráfico de drogas y tienen armas de fuego o acceso fácil a ellas. Sin embargo, y a diferencia de la mayoría de los rifirrafes que se producen en el Polígono Sur, el origen de esta riña nada tiene que ver con el narcotráfi­co ni con cualquier otra actividad ilícita.

Todo comenzó en otoño del año pasado por las molestias causadas por unos niños que estaban jugando al fútbol. Los pequeños estaban dando balonazos en la puerta de la casa de una de las dos familias que se enfrentarí­an después. Una persona salió de la casa a reñir a los niños de la otra familia. No era la primera vez que sucedía algo así, pero en aquella ocasión un familiar de los menores acudió a pedir explicacio­nes al que había reñido a los niños.

Esto no se resolvió de manera amistosa, sino que los adultos terminaron a puñetazos, en una pelea en la que uno resultó vencedor y el otro con múltiples lesiones. Este último fue a por su pistola y abrió fuego contra la familia rival, sin alcanzar a nadie. Entonces hubo también respuesta por parte del otro bando. La Policía tuvo que intervenir y desplegó un dispositiv­o por la zona.

Días después llegaron a un acuerdo de paz, que consistía en que una de las familias tenía que dejar un piso del barrio y marcharse a otro lugar, más alejado, aunque también dentro del Polígono Sur. Ese pacto incluía también a ambos bandos la prohibició­n de parar, pasear o simplement­e entrar en la zona de inf luencia del otro clan. Durante los casi siete meses que han pasado parecía que todo se había arreglado.

Hasta que el pasado sábado la mujer de uno de los implicados en la primera reyerta fue a comprar a una tienda ubicada cerca de la casa de sus rivales. Allí se encontró precisamen­te con el enemigo, que comenzó a insultarla y la quiso echar de la zona. No contento con eso, el hombre fue a por su pistola y comenzó a disparar al aire de manera intimidato­ria. Después fue a buscar a su contendien­te y abrió fuego también contra la fachada de su bloque.

Los contendien­tes habían llegado a un acuerdo, que el fin de semana no respetaron

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