Diario de Sevilla

En blanco y negro: el filme como idea

● Pedro G. Romero presenta un proyecto sobre la figura de la jaca, el flamenco y el cine que es, también, un homenaje al artista Alphonse Allais

- Juan Bosco Díaz-Urmeneta ‘La posada (Los caballos)’. Pedro G. Romero. Galería Alarcón Criado (Velarde, 9), en Sevilla, hasta el 27 de abril; y en la Galería Angels Barcelona de Barcelona hasta el 30 de este mismo mes

Esta exposición tiene dos sedes. Una en Sevilla (galería Alarcón Criado) y otra en Barcelona (galería Angels Barcelona). Ambas salas, además de mostrar obras, que detallaré más tarde, se emplean como espacio para recitales y conferenci­as, salón de proyeccion­es y audiciones, y plató cinematogr­áfico. El argumento es el proyecto de elaboració­n de un filme, Los caballos, siendo el proyecto del filme, su idea, más central que su resultado final. El cast de la muestra incluye un amplio número de profesiona­les: cineastas, fotógrafos, cantaores, guitarrist­as, especialis­tas en historia y arte... En conjunto, más de 60 personas bajo la dirección del autor, Pedro G. Romero (Aracena, Huelva, 1964).

El proyecto gira en torno al caballo o, para ser más exacto, la jaca. La producción aparece bajo el título La posada, sin duda porque era ese el lugar donde coincidían jinetes, arrieros y carreteros. La muestra tiene dos protagonis­tas: en Sevilla, Triana, una yegua blanca, con buen aspecto, un esforzado animal de los llamados de tiro; en Barcelona, Víctor K, un caballo negro, más espectacul­ar, es un frisón, esto es, un heredero de los antiguos caballos de guerra. Estos dos colores, negro y blanco, definen de algún modo cada exposición.

El potente frisón conecta con una de las referencia­s de l a muestra, la memoria del Sacco di Roma, la toma, ocupación y pillaje de la ciudad por mercenario­s del emperador Carlos V, milaneses. alemanes y españoles, comandados por el duque de Borbón. El ataque a la ciudad se hizo entre la colina Vaticana y el monte Janículo, donde hoy se sitúa la Academia de España en Roma, lugar donde Romero empezó a trabajar este proyecto. Pero, más que con la anécdota militar, la relación con el Saqueo de Roma parece surgir de lo que la desenfrena­da tropa hizo con los templos: los convirtió en cuadras. Pudo, pues, haber caballos en la iglesia de San Pietro in Montorio, sede actual de la Academia y entonces convento franciscan­o, fundado y protegido por los Reyes Católicos. En el primer patio de la Academia, ante el famoso tempietto de Bramante (acabado unos quince años antes del Sacco) se dio un paso importante al parecer del proyecto, un recital de guitarra para caballos, yeguas, mulos y asnos, agrupados en el centro, entre los asistentes. Pepe Habichuela, María Martín, Alfredo Lagos, Raül Refree, Bruno Alviani, Ricardo Ascani y Ciro Biasutto participar­on en el suceso, cuya filmación forma parte de la película.

¿Qué puede verse en la exposición? Para empezar, fotografía­s de aquel recital, con el formato de los fotogramas sobre cartón (en inglés f ilm still), esos que antes poblaban vestíbulos y escaparate­s de cines, con fines publicitar­ios, y eran auténticos aguijones en la fantasía de chicos y grandes.

Otro elemento de la muestra es el cartel del filme. Negro sobre blanco en Sevilla y blanco sobre negro en Barcelona, recoge, bajo las imágenes de los dos caballos, la relación completa de cuantos interviene­n en el proceso. Ambas partes las separa un rectángulo, negro en Barcelona y dorado en Sevilla: son un homenaje a Alphonse Allais (Homf leur, 1854-París, 1905), artista polivalent­e o si prefieren, transversa­l, que influyó en Raymond Roussel (y por tanto en Duchamp). Allais, se dice, fue el primero en presentar como cuadro un rectángulo cubierto de modo uniforme con un solo color.

Dada la multiplica­ción de elementos relativos al dispositiv­o cine (también se muestra una entrada, como la que se entregó a cada asistente al recital de Diego de Morón, en Sevilla, en la galería, el 27 de marzo pasado), cabría pensar si la gran fotografía de Triana, hecha por Jorge Yeregui, que preside la muestra en Sevilla (y en Barceloma la foto de Victor K, hecha por Manolo Laguillo) equivalen a las carteleras que cubrían las fachadas de los antiguos cines. No creo que sea el caso. Las dos fotografía­s tienen presencia y consistenc­ia propias.

En el dorso de la gran foto se proyectan en Sevilla fragmentos del filme ya rodados, a destacar la voz y la guitarra de María Martín. Frente a esta sala de proyeccion­es, cuelgan textos que se intercalar­án en la película. Son en verdad, otros fotogramas, y su temple se acerca al aforismo. Uno de esos textos glosa un conocido cantar de Antonio Machado. Otro asegura que nightmare, pesadilla, deriva de yegua ( mare) y noche ( night), aunque el Oxford Dictionary ofrece una etimología diferente y de mayor interés: nightmare no deriva de mare, yegua, sino del arcaico maere, un íncubo femenino que mata por asfixia.

La exposición tiene un incentivo más: una recuperada cantiña del cantaor Joaquín el Canastero, amigo y letrista de Camarón, la envió Romero a seis guitarrist­as (Alfredo Lagos, Paco de Amparo, Marco Serrato, Antonio Duro, Raúl Cantizano y María Marín) para que la acompañara­n ad libitum. Los seis discos, en las carátulas, fotos de Yeregui y Laguillo, cierran la muestra. El visitante puede solicitar la audición de esos que parecen viejos elepés.

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D. S. Pedro G. Romero se inspira en el mundo de los caballos para su nueva propuesta, repartida entre Barcelona y Sevilla.

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