Diario de Sevilla

El aspirante y el disfraz de Haaland

● El triángulo Fernando-Joan Jordán-Rakitic volvió a sufrir con las transicion­es hasta el punto de enfadar como nunca a Lopetegui ● El Celta se desfondó y los recursos permiten al Sevilla soñar

- Jesús Alba

Lopetegui, en el intermedio, iba camino de los vestuarios echando humo por las orejas. Si algo odia un entrenador de fútbol es preparar una jugada de estrategia, que sus jugadores la ejecuten mal y que las vigilancia­s no funcionen en el contraataq­ue del rival. A este Sevilla ya le han hecho pasar la quina con las transcione­s y el Celta de Coudet le hizo un siete en su sistema defensivo. Con Iago Aspas disfrazado de una especie de Haaland, quien debía equilibrar el edificio se asemejaba al Fernando de los dos partidos ante el Borussia Dortmund.

Pero este equipo se reinventa en cada partido y no necesita ni media parte para hacerlo. Y si las piernas del ordenado ex jugador de Oporto o Manchester City necesitan frescura, seguro que Monchi habrá tomado nota para la temporada que viene, porque ya ésta debe acabarse con lo hay. El caso es que algo falla en el triángulo central que forma el brasileño con Joan Jordán y Rakitic para que surjan tantos problemas –y franjas de metros libres– cuando los partidos se vuelven de ida y vuelta. Los tres goles del Celta, en muy poco tiempo además, se gestaron por una pésima gestión de las transicion­es ataque-defensa que iba señalando a unos y a otros como Koundé, a Acuña o a Rakitic, y sólo el orgullo y el buen nivel físico de los ayer de rojo, que mejoraron también con los cambios, sirvió para restaurar la situación.

Un segundo tiempo como el que salió en Balaídos era con el que el sevillismo soñó en Dortmund, pero las categorías, los presupuest­os y las competicio­nes están para algo. El balón que el Papu Gómez se encontró en forma de regalo con un guiño de Aidoo no lo iba a tener el Sevilla ante defensas como Hummels en una noche de Champions. El Celta, sin apenas cambios, se desfondó ante el poderío de los nervionens­es, que gestionaro­n mejor sus recursos y tras el paso por los vestuarios casi no dieron opción a su rival salvo en una indecisión de Acuña que pudo agradecer Iago Aspas con su tercer gol.

Lopetegui se pone muy serio en sus comparecen­cias ante la prensa, pero de puertas para dentro da rienda suelta a los suyos para soñar lo que deseen. Sabe que cortar las ilusiones de un grupo que puede hacer historia no es lo convenient­e, siempre y cuando las cosas estén claras y el equipo no deje de competir con los pies en el suelo y la cabeza donde tiene que estar.

Los blancos están a seis puntos del líder y de todo puede pasar, pero la mayor ventaja es que para el Sevilla ser tercero o segundo ahora mismo es como ganar un campeonato. A cinco del subcampeon­ato, a cuatro del tercero... pero, sobre todo, a catorce ya del quinto clasificad­o. La trigésima jornada pasó y el Sevilla, aun sin domeñar las transicion­es, sigue lanzado y dispuesto a todo.

Lo que más odia un entrenador es ensayar una jugada de estrategia y que sea gol en contra

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SALVADOR SAS / EFE Fernando pugna por un balón con Facundo Ferreyra.

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