IRRESPONSABLE POLÍTICA DE VACUNAS
LAS incertidumbres, reticencias y miedos ante las vacunas las están sembrando los gobiernos, no los científicos ni los medios de comunicación. Los especialistas y las agencias internacionales afirman una y otra vez que los riesgos son mínimos –en el más minúsculo sentido de la palabra– y los beneficios máximos (como se ha demostrado en Gibraltar, Chile, el Reino Unido o en las residencias españolas de la tercera edad). Los medios no dejan de invitar a vacunarse y ofrecer testimonios de famosos que se vacunan y animan a hacerlo. Son los políticos quienes (pensemos bien) por una exagerada prudencia que contradice lo que afirman los expertos o (pensemos mal) temiendo indemnizaciones o pérdida de votos siembran la desconfianza. No es serio ni responsable este ahora autorizo, ahora prohíbo, ahora vuelvo a autorizar, ahora vuelvo a prohibir… Se ha llegado al extremo de irrumpir en un centro de vacunaciones diciendo –mientras los ciudadanos eran inyectados– que se interrumpiera inmediatamente la administración de Astrazeneca. Lo que supongo no dejaría muy tranquilos a quienes se la acababan de poner.
Los gobiernos parecen empeñados en dar la razón a los antivacunas y alimentar los temores de la población
Primero fue la Astrazeneca, ahora la Janssen. Primero las dos dosis de Astrazeneca, después solo una, tras ello una de Astrazeneca y la segunda de otra marca. Los menores de 60 años que se pusieron la primera dosis de Astrazeneca no saben si les pondrán la segunda. Y esto no es responsabilidad de los especialistas sanitarios ni de los medios, sino de la errática política de las autoridades políticas españolas y europeas. Supongo que no asesoradas por especialistas, dado que estos –con la OMS y la Agencia Europea del Medicamento al frente– insisten una y otra vez en ese mínimo de riesgos y ese máximo de beneficios que hace, más que recomendable, necesaria la vacunación con una u otra vacuna.
Camino en España de superar los 110.000 muertos y Europa superando el millón de fallecimientos es necesario exigir con la mayor contundencia que los gobiernos actúen con más responsabilidad, con menos dudas –siempre que cuenten, como es el caso, con avales científicos– y sin sembrar incertidumbre sobre la seguridad y eficacia de las vacunas. Parecen empeñados en dar la razón a los negacionistas antivacunas y alimentar los temores de la población. Y la única salida de esta pesadilla que tantas vidas ha costado y está costando es la vacuna.