El campo de amapolas arrasado por los ‘selfies’
● El éxito en las redes de un sembrado viral por su belleza causa estragos
El campo es precioso. Por lo inusual en estos lares. De un rojo intenso. Hipnótico. Uno de esos paisajes que se ven en una película japonesa. Pero no, está aquí al lado, en Alcalá de Guadaíra. Y ya ha sufrido destrozos. Y graves. No los ha provocado un incendio ni una inundación. Y tampoco una plaga de bichos. La voracidad que ha causado los estragos en este campo de amapolas ha sido la de los self ies.
El furor de muchos por fotografiarse en medio de ese mar rojo, que en cuanto fue descubierto por el ojo digital se hizo viral gracias al (o por culpa del) infeccioso “Me gusta”, ha sido muy perjudicial para la plantación. El aluvión de personas que una vez revelado el sitio en la red social Instagram ha invadido estos miles de metros cuadrados para hacerse no una sino tropecientas fotos ha dejado huellas como las del caballo de Atila. Los respetuosos han sido una minoría. Lo importante era la foto, conseguir toda una galería, y si para eso era necesario pisotear y hasta arrancar plantas, adelante.
Los adictos del self ie llegaban, se adentraban en el campo, y empezaba la sesión. Los postes con carteles prohibiendo el acceso a esta propiead privada, incluso advirtiendo del peligro de hacerlo –tratamiento con herbicidas de la zona: “Campo de amapolas sulfatado”– tenía una única utilidad: la de echar en ellos una meada si sonaba la hora de la incontinencia.
Han sido tantas las personas que se han acercado al campo y han entrado en él que han llegado a crear senderos. De ellos han desaparecido las amapolas. De la propietaria del terreno, Susana SJ, se puede leer en Facebook: “El campo de amapolas ha sido sembrado, igual que más variedad de hierba que tiene que salir, la cual no sale por falta de lluvia y por el pisoteo de la gente, allí no había caminos o senderos, han sido hechos. Hoy se ha sulfatado, hay carteles puestos avisando de que no se entre, cuando se hace hay que esperar 20 días para poder entrar”.
Pero no. Las hordas del self ie no esperan.
El campo está en Alcalá de Guadaíra. La invasión ha llegado a crear senderos