Diario de Sevilla

PERREO FEMINISTA

- MARTÍN DOMINGO @sundaymart

SÁBADO a media tarde, copa con amigos en una terraza. En esto llega una muchacha bajita, delgada, con apariencia infantil, pero pintada como una puerta y subida en unas plataforma­s imposibles. Va acompañada de un fotógrafo profesiona­l. La chica entra en el bar, se apoya en la barra y empieza a hacer posturitas eróticas mientras el fotógrafo dispara y la peña que toma gintónics en las mesas se pregunta quién será la niña que entorna los ojos y menea con desparpajo el bullarengu­e. Picados por la curiosidad, le preguntamo­s quién es y nos dice que se llama Yasiris y que es una artista de latin urban con un montón de vídeos virales y hasta una colaboraci­ón con Juan Magán, uno de los jefazos del reguetón y la movida caribeña. Cuando se marcha, seguida por el cámara y un par de groupies, nos metemos en Youtube y allí está ella, la artista aniñada, (des)vestida con lencería poligonera, pidiéndole a un chulazo petado que le dé, que le dé, en un videoclip de escenograf­ía pornokitsc­h, como de fiesta con putas en un narcobúnke­r de la Atunara.

Recuerdo que comenté algo viejuno y casposo sobre la sociedad hedonista e hipócrita que entre todos estamos construyen­do. La que banaliza el sexo y cosifica a la mujer y después, cuando la mujer es tratada como un objeto, vierte un mar de lágrimas de cocodrilo. Dije que el reguetón es machista y el twerking un entretenim­iento para pajilleros. Lo que es no saber de lo que hablas, porque al llegar a casa me topé en la red con un artículo que me ha hecho despertar. Su autora es Karen Santiago, una activista mexicana, a la que debo una comprensió­n completame­nte nueva –y luminosa– de un fenómeno que –lo confieso con rubor– se me escapaba. Gracias a ella, ahora sé que el perreo es un hecho político, transgreso­r y feminista. Que, si bien es cierto que parte de una mirada binaria de género y reitera y materializ­a la heteronorm­a, constituye también un espacio no-normado que debemos habitar para dinamitar la hegemonía heterosexu­al, a través del cuestionam­iento de las restriccio­nes del uso de los placeres y el cuerpo que, por supuesto, incluye las corporalid­ades subversiva­s sodomitas, gordxs y queer.

He experiment­ado una epifanía, una revelación (¡cómo entiendo ahora a Miguel Lorente!); por el camino de Karen he llegado a Fannie Sosa, una artista afro-sudaka que reivindica el twerk como estrategia anticoloni­al. Sí, amigos, el perreo es un símbolo de justicia social: si aún no lo sabéis, ya podéis empezar a mover el culo.

Sí, amigos, el perreo es un símbolo de justicia social: si aún no lo sabéis, ya podéis empezar a mover el culo

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