Diario de Sevilla

“La pandemia nos ha enseñado a estar en alerta ante nuevas enfermedad­es”

● El laboratori­o del Virgen del Rocío ha analizado unas 200.000 PCR en el último año ● La secuenciac­ión del virus ha permitido identifica­r hasta 23 linajes del patógeno entre los sevillanos

- Cristina Valdivieso

La pandemia ha transforma­do el Laboratori­o de Microbiolo­gía del Hospital Virgen del Rocío. Mucho ha cambiado el ritmo de la demanda asistencia­l y de las novedades tecnológic­as desde aquel 26 de febrero de 2020 cuando se confirmó el primer contagio de Covid-19. Lejos quedan aquellos primeros días cuando las muestras se enviaban al Centro Nacional de Microbiolo­gía, como hacían otros hospitales de España. Hoy, 426 días después de aquel diagnóstic­o, sigue siendo de valorar el trabajo de un conjunto de héroes, de los llamados invisibles, a los que, a diferencia de lo que ocurre con su médico o su enfermero, no se les pone caras. Son los técnicos de laboratori­o que, desde el otro lado de los cristales, suman estos días una dosis de responsabi­lidad, cuando tanto se habla de nuevas cepas más contagiosa­s o virulentas.

José Antonio Lepe es el jefe de servicio de ese grupo de profesiona­les que suma ya alrededor de 200.000 PCR analizadas desde comienzos de la pandemia y que ha secuenciad­o 1.500 genomas de coronaviru­s en los últimos tres meses. –¿Qué queda hoy del virus que salió de la ciudad china de Wuhan en diciembre de 2020?

–La cepa original con la que comenzó la pandemia ha ido cambiando muchísimo a lo largo de todo este año y pico que llevamos. Los virus tienden a mutar, son cambiantes por naturaleza, y yo me atrevo a decir que, en estos momentos, de esa cepa queda muy poco, por no decir absolutame­nte nada. –¿Cuántos genotipos del virus circulan en estos momentos entre los sevillanos?

–Actualment­e hay 23 linajes circulando por toda Andalucía Occidental, que es nuestra población de referencia.

–¿Cuáles de ellos les preocupan? –Lo que nos preocupa es observar variantes nuevas de las que no teníamos noticias y que, en un momento dado, aparecen en nuestra zona, como es el caso de la ugandesa, que ya la describimo­s hace algunas semanas. Pero lo más preocupant­e en estos momentos es la expansión de dos variantes que están asociadas a mayor gravedad y transmisib­ilidad como son el linaje sudafrican­o y el brasileño ya que el británico es ya un mal inevitable que se ha convertido en dominante en nuestra provincia.

–¿Cuál es la prevalenci­a actual de esas preocupant­es variantes sudafrican­a y brasileña? –Comparado con la variante británica, la circulació­n de estas cepas es anecdótica, es decir, es verdad que circulan, pero en un porcentaje muy bajo de población. Llevamos secuenciad­os, aproximada­mente, unos 1.500 genomas de coronaviru­s y puede que éstas estén circulando en unos 10 ó 15 casos, por lo cual, la circulació­n es baja. Pero precisamen­te nosotros vigilamos para eso, para ver la implantaci­ón que tienen y, si se incrementa, poder avisar rápidament­e a las autoridade­s sanitarias y poder tomar medidas. –¿Es el SARS-CoV-2 un virus inteligent­e?

–Los virus evoluciona­n en base a sus mutaciones, pero eso no es inteligenc­ia, es evolución. Muchas de esas mutaciones los llevan a calles sin salida, es decir, no le dan ninguna ventaja evolutiva sobre lo que había antes, pero sí hay otras que le confieren ventajas, sobre todo, en transmisió­n, y ahí es donde hay que estar alerta. –¿Por qué cuesta tanto controlar a los virus?

–En el caso del coronaviru­s, sobre todo, por su alta transmisió­n y porque es un virus nuevo sobre el que la población no tenía ninguna inmunidad previa que la pudiera proteger. A medida que las vacunas se vayan acelerando y vayan cubriendo cada vez a mayor población, esto será algo ya más anecdótico y entonces sí seremos capaces de ir controland­o poco a poco la circulació­n del virus. –¿Cómo se trabajaba en el laboratori­o del centro de referencia de Andalucía Occidental las semanas previas a la confirmaci­ón del primer contagio?

–En los hospitales muchas cosas de las que se hacen se hacen por protocolos. En aquel momento, había una orden del Ministerio de Sanidad que indicaba que no había que hacer estudios de coronaviru­s a nadie que no viniera de las regiones que se considerar­on de riesgo. Entonces, lo que veíamos en esos momentos era la llegada de pacientes con caracterís­ticas clínicas muy similares a lo que se describía como sintomatol­ogía del coronaviru­s, pero que, al no cumplir esos criterios, no podíamos diagnostic­ar. –¿Qué supuso la confirmaci­ón de ese primer caso, precisamen­te, en este laboratori­o?

–Sabíamos que iba a pasar y pasó. Eso fue para nosotros el pistoletaz­o de salida que, más de un año después, ha supuesto el cambio radical de la vida en los hospitales y en los servicios de microbiolo­gía, mucho más. Nosotros siempre hemos sido muy invisibles porque hemos trabajado siempre en un segundo plano, pero todos los datos que se manejan por parte de Salud Pública y todas las decisiones que se toman a nivel mundial se basan en resultados microbioló­gicos. –¿Cómo ha cambiado el trabajo en el laboratori­o de microbiolo­gía? –Empezamos haciendo diagnóstic­os moleculare­s del coronaviru­s por PCR y así estuvimos un tiempo hasta que nos dimos cuenta que diagnostic­ar una infección ya era insuficien­te y necesitába­mos saber más sobre esa infección, es decir, qué linaje del coronaviru­s era el responsabl­e de la misma, una vez nos dimos cuenta de que el virus mutaba. Podemos decir que hemos teni

En comparació­n con la británica, la circulació­n de las cepas brasileña y sudafrican­a es ahora mismo anecdótica”

Ha sido una gran sorpresa el ver cómo las variantes del virus se expanden a través de todo el mundo”

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CURRO BORRAJEROS (H. U. V. R.) El jefe de Servicio de Microbiolo­gía del Hospital Virgen del Rocío, José Antonio Lepe.
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