El Parnaso habitado por la OBS

ORQUESTA BARROCA DE SEVILLA

Programa: ‘Concerti grossi’ op. 6 nº 3 en Do menor y nº 4 en Re mayor, de A. Corelli; ‘Concerto grosso’ op. 6 nº 4 en La menor, de G. F. Haendel; Concierto para violín, cuerda y continuo en La menor BWV 1041, de J. S Bach. Orquesta Barroca de Sevilla. Violín solista y concertino: Lina Tur Bonet. Lugar: Sala Turina. Fecha: Martes, 27 de abril. Aforo: Casi lleno.

Dentro de una línea de calidad siempre situada a un nivel excelente, hay ocasiones en que a la Orquesta Barroca de Sevilla le sale todo rodado y como por arte de magia. Con apenas un ensayo tras la incorporación a última hora de Lina Tur Bonet como concertino y solista y con un programa hecho a la medida de este conjunto, la hora justa de concierto se pasó en un suspiro entre admiraciones y asombro por la calidad excepcional de lo que allí estaba sonando.

Los concerti grossi de la opus 6 de Corelli son una obra liminar que establece por muchas décadas la estructura de los juegos polifónicos en la escritura orquestal, los juegos de cantos y contracantos entre las secciones, los efectos de eco y el discurso dialógico de la materia melódica. Exigen, por ello, de los intérpretes una absoluta f lexibilidad en la articulación, un exacto equilibrio entre las familias de cuerda y un sonido limpio y transparente que permita apreciar toda esa riqueza de texturas.

Todo eso y mucho más ofreció la OBS guiada de la mano, como siempre, imaginativa y expresiva de Lina Tur. En ambas composiciones corellianas la violinista, desde la absoluta complicidad con la orquesta, definió un sonido compacto, empastado hasta el máximo, brillante y con variedad de colores en los juegos con las dinámicas, especialmente en la sutilidad del sonido por debajo del piano y en los espectaculares ataques llenos de energía y de teatralidad del final del nº 4.

Resultó todo un espectáculo ver y oir los diálogos de Tur con Leo Rossi (en uno de sus mejores días), así como la fantasía en el continuo de Alejandro Casal en la famosa Aria de Bach ofrecida como propina.

Como solista, Lina Tur seduce por la naturalidad de un fraseo en el que se ensamblan de manera orgánica melodía y ornamento, acompañado por un sobresaliente virtuosismo.