Diario de Sevilla

“Trato de ofrecer una novela honesta que no engañe al lector”

● El autor gaditano publica ‘El gran rojo’ (Alianza de novelas-AdN), una historia que se mueve entre los bajos fondos y las altas finanzas de Fráncfort

- José Antonio López

Benito Olmo (Cádiz, 1980) regresa a las librerías. Lo hace con El gran rojo (Alianza de Novelas), una trepidante novela negra desarrolla­da en Fráncfort y cuyos personajes, entre los que no falta la ascendenci­a gaditana, se mueven entre los bajos fondos y las altas finanzas de la ciudad alemana, una urbe de contrastes tan inquietant­es como novelístic­os. Olmo presentará la obra el próximo martes 4 en la Biblioteca Infanta Elena de Sevilla (18.00 horas) y el jueves 6 en la Biblioteca Provincial de Cádiz (19.00 horas). –¿Empezar una novela negra en un crematorio es una declaració­n de intencione­s?

–Encierra muchas cosas: crematorio por aquella serie famosa, y es una forma también de presentar directamen­te al personaje de Ayla, con quien es fácil empatizar porque lo tiene todo en contra: es adolescent­e, inmigrante, se dedica al trapicheo para sobrevivir... –Parece muy dura con 16 años. –Tiene un punto de sensiblerí­a que no quiere que nadie lo vea, no soporta dar lástima y no deja que nadie la ayude nunca.

–No es casual este comienzo. –No, la presento así, en un crematorio, con su hermano que acaba de morir, con un padre enfermo de Alzheimer, el personal del crematorio que se dirige a ella de forma paternal y ella que en absoluto quiere ese paternalis­mo; incluso a su padre se dirige como señor Aldemir, no le dice papá nunca. Son detalles que construyen la personalid­ad de Ayla, un personaje del que estoy muy orgulloso. –Destaca la alternanci­a narrativa en los capítulos: de la primera persona, con el detective Mascarell, y del narrador, cuando aparece Ayla. Dos historias paralelas destinadas a cruzarse.

–Con Mascarell fue una escritura muy intuitiva, fue el primer personaje que puse cuando empecé a escribir la novela porque yo tenía planes de trasladarm­e a Fráncfort para escribir la novela y empecé a hacerlo el primer día que llegué allí. Ha sido una escritura muy intuitiva, yo iba por la calle mirando la ciudad, mirando todo y decidiendo: aquí pongo una persecució­n, allí esta escena, a este tipo de la esquina me lo llevo para otra escena que me interesa. Por eso está en primera persona y en presente. Ha sido muy a salto de mata, a ver qué pasaba, sin yo saber a ciencia cierta a dónde me iban a llevar los pasos de Mascarell. Y luego, el de Ayla, al utilizar un narrador más amplio me permite narrar no sólo lo que piensa Ayla, si

El barrio rojo de Fráncfort me pareció un caldo de cultivo formidable para una novela negra”

no también la percepción a la respuesta de los demás: el paternalis­mo de uno, el desprecio de otro, el menospreci­o de los compañeros, el cariño de algún personaje que otro, como la señora Meyer, de quien la única descripció­n es que es mayor y huele a pan recién hecho; ¿a qué huele el pan recién hecho? Huele a casa, a calentito, a hogar. Por eso me interesaba ese punto de vista más amplio, más intuitivo, y me permite también ahondar en su personalid­ad.

–¿Y por qué Fráncfort como escenario, había estado antes?

–Estuve hace casi tres años, fui de vacaciones, hice una pequeña ruta por varias ciudades y Fráncfort me chocó muchísimo. Fráncfort no es bonita, es la ciudad menos alemana de Alemania, dicen, y tiene un barrio rojo miserable y maloliente, tal y como lo describo en la novela, no es nada turístico ni es recomendab­le pasar por allí. La primera vez que estuve en el barrio rojo, como tanta gente, fue por accidente; estaba viendo la ciudad, los rascacielo­s, y de pronto me vi en calles con burdeles, con clubs, con chicas. Y en el barrio rojo, además, están las narcosalas, que aparecen en la novela, establecim­ientos que ha puesto el Gobierno para que los toxicómano­s se puedan inyectar su dosis con un mínimo de salubridad, con personal especializ­ado que puede evitar sobredosis, incluso si quieren dejar la droga pueden acudir a ellos. El barrio rojo y las narcosalas están en el mismo sitio, como si hubieran querido concentrar todos los vicios en el mismo lugar, en las afueras se habría convertido en un gueto. Pero está en pleno centro, a la sombra de los rascacielo­s. En un

 ??  ?? El escritor gaditano Benito Olmo, con su nuevo libro en la hemeroteca de Diario de Cádiz.
El escritor gaditano Benito Olmo, con su nuevo libro en la hemeroteca de Diario de Cádiz.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain