Un navarro y un sevillano en el microcosmos talibán
Sergio Caro, que trabajó de fotógrafo en ‘Diario de Sevilla’, cubrió con David Beriáin, asesinado en Burkina Faso, las guerras de Iraq y Afganistán
LOS ojos de la guerra. Así se llamaba el documental y algunas de sus imágenes eran de película, inspiradas en la vida real de sus protagonistas. Uno detrás de la cámara, Roberto Fraile (Baracaldo, Vizcaya, 1974). El otro, delante, David Beriáin (Artajona, Navarra, 1977). Un homenaje a dos reporteros que murieron juntos en Burkina Faso el 27 de abril cuando hacían un reportaje contra la caza furtiva.
Las primeras escenas recuerdan a Paul Newmann y Robert Redford recién llegados a Bolivia en Dos hombres y un destino. El destino era Afganistán, La 2 de Televisión Española lo emitía la víspera del décimo aniversario de la muerte de Ben Laden, uno de los hitos de la guerra más larga y enquistada de los últimos
‘Los ojos de la guerra’ es un documental con imágenes de Roberto Fraile, el otro fallecido
tiempos. El socio de David Beriáin era entonces Sergio Caro, un fotógrafo nacido en Madrid (los dos el mismo año, 1977, cuando yo empecé mis prácticas en El Correo de Andalucía), pero curtido profesionalmente en Sevilla. Saga de hermanos fotógrafos, como los Cazalla o los Morenatti. Con Sergio, premio Andalucía de Periodismo, coincidí en el tanatorio Luz del Zaudín en la despedida de su maestro y amigo Eduardo Abad. Recordamos vivencias compartidas, un reportaje en Aznalcóllar, el cruce por aguas del Guadalquivir en una barcaza que une Coria con Dos Hermanas hasta la venta Machango, Macondo marismeño.
David y Sergio ataviados con atuendo vernáculo, barba de días, acompañados a todos sitios por un intérprete de confianza que les llevó a parlamentar con talibanes. El reportero navarro f lirteó con la muerte en casi todos los continentes donde trabajó. Le dio la vuelta al mundo, triste paradoja de quien murió el día que se cumplían quinientos años de la muerte de Magallanes, con un axioma por delante: “Periodismo es aquello que no quieren que se cuente. Lo demás es propaganda”. Compartían habitación de hotel y peligros. El reportero navarro que nació el mes de agosto del 77 que mueren Elvis, Groucho y Machín, se ha ido demasiado pronto con un montón de vidas en su currículum.
La cámara de Roberto Fraile, su cómplice de trágico final en el antiguo Alto Volta, captó el testimonio de veteranos corresponsales de guerra: Enrique Meneses, Gervasio Sánchez, Arturo Pérez-Reverte (que cubrió todas las guerras posibles antes de novelar la batalla del Ebro), José Luis Márquez, Alfonso Rojo o Ramón Lobo, al que un día vi disfrutar con su amiga Carmen Otero el regreso de la Macarena por la calle Parras y recordaba emocionado a los colegas perdidos en distintas guerras: Miguel Gil, Julio Fuentes, Ricardo Ortega. Testimonios de Mónica Bernabé, Javier Bauluz, Mayte Velasco o la decana Rosa María Calaf.
La guerra en el objetivo cinematográfico y periodístico de David Beriáin, Sergio Caro, Hernán Zin o Mikel Ayestarán, que quiso visitar la zona del hotel de Bagdad donde un mortero del ejército norteamericano acabó con la vida de José Couso. Imágenes de las guerras de Afganistán, Iraq, Yugoslavia y República Democrática del Congo. Guerras en África, Asia y Europa, en la Yugoslavia donde Gervasio Sánchez ponía el dedo en la llaga con la responsabilidad por acción u omisión de los políticos y diplomáticos europeos.
La verdad es la primera víctima de la guerra y el olvido el primero de sus aliados
Los ojos de la guerra de un cíclope voraz e insaciable. Ojos de Roberto Fraile desde su cámara, atenta a la experiencia de los veteranos, a la veteranía prematura, forzosa, de los noveles, con la dirección de Roberto Lozano. La verdad es la primera víctima de las guerras y el olvido su primer aliado. Por eso mataron a David y a Roberto en ese corazón de África donde Joseph Conrad localizó el corazón de las tinieblas que Coppola se llevó a la guerra del Vietnam. Sergio Caro se ha quedado sin su socio para seguir sacando los papeles del Watergate de la infamia. De las guerras o conflictos que nunca salen en los telediarios, a no ser que David y Roberto, émulos posmodernos de Daoiz y Velarde, se jueguen el tipo para que nunca el periodismo acabe envolviendo el pescado de la propaganda.
Los restos de David Beriáin y Roberto Fraile, junto a los del ecologista irlandés Rory Young, llegaron al aeropuerto de Torrejón de Ardoz y sus ataúdes fueron transportados por militares. Ojos de la guerra para contrarrestar la ceguera de la falsa paz y sus múltiples epígonos: la indiferencia, el eurocentrismo, la equidistancia, la prepotencia, la falta de misericordia. David Beriáin fundó la productora 93 metros, guiño a la distancia que recorría su abuela desde su casa a la iglesia donde rezaba; especializada en accesos exclusivos a entornos clandestinos, cuando no prohibidos.