Diario de Sevilla

La mano abierta de la realidad

● El Sevilla se resigna a esperar que la historia le dé otra oportunida­d de pelear por la Liga, aunque no se rinde ● La dificultad destapa otros retos

- Jesús Alba

Dicen en estos casos que las carga el diablo, pero el reducido grupo de aficionado­s sevillista­s que esperó al equipo a su llegada al estadio para el partido ante el Athletic con cánticos grandilocu­entes y bengalas encendidas desafió a algo más que las restriccio­nes sanitarias por la pandemia de Covid-19. Cantar el “vamos a salir campeón” cuando hay seis puntos de desventaja con el líder y no se depende de uno mismo no suele salir bien. Y no falla. No obstante, no conviene tampoco olvidar la intención primera de esa manifestac­ión pública: arropar en la medida de lo posible y de las condicione­s actuales a los profesiona­les y que éstos sintieran el calor de la grada del Ramón Sánchez-Pizjuán cerca de ellos en una etapa muy difícil sin público en los estadios.

Pero esas pocas decenas de osados sevillista­s se llevaron un duro golpe de realidad, como el resto de la afición que se quedó en casita, como debe ser. La ilusión se desmoronó de golpe con el zarpazo perfecto de Iñaki Williams en esa contra de libro, fiel a la especialid­ad del método del entrenador del Athletic, Marcelino García Toral, ante el que no es buena idea tirarse en tromba a por todo. Quién sabe si ese punto le hará falta para algo a los de Lopetegui en la última jornada.

¿Y ahora qué? Es verdad que si ya era sumamente difícil, la cosa se ha puesto más cuesta arriba como para seguir entonando esos cánticos a coro importados de las barras bravas argentinas. “Ni el vamos a salir campeón”, ni el “vamos a ganar la Copa” procede ahora y puede que ni procedía el lunes. Para empezar porque, mientras no se demuestre lo contrario, las aficiones no pueden estar en los estadios. Ni dentro ni fuera.

Para seguir con ello, se ha puesto casi imposible porque con los grandes es más complicado. No es lo mismo cuatro puntos o seis de desventaja para la lucha por Europa que por ganar un título. Segurament­e no, sino segurísimo que sí, que si a Benzema se le presentan tres oportunida­des como tuvo En-Nesyri el lunes no las va a tirar a las manos del portero. Y tienen que fallar no uno, ni dos, sino tres equipazos en un margen muy corto de cuatro jornadas por disputarse.

Sólo cabe, por tanto, no rendirse, está claro, pero asumir que el siguiente reto tras la clasificac­ión para la Champions puede estar en quedar tercero, quizá segundo, y estar ahí pegado, no dejarse ir, por si se alinean los planetas, que todavía puede ocurrir. No le perdonaría­n los aficionado­s del Sevilla al equipo de Lopetegui que Atlético, Real Madrid y Barcelona pincharan y los suyos no estuvieran donde tienen que estar para aprovechar­lo.

El Sevilla no se va a rendir, se equivocan los que piensen eso, pero el mismo mensaje de Monchi en las redes ya denota una resignació­n. “Orgulloso de mi gente, de los de dentro del campo y de los de fuera. Seguiremos soñando, seguro, porque hemos venido para quedarnos. A seguir molestando. Y parafrasea­ndo a J.C. Aragón, los me

diocres sólo pueden conseguir algo de gloria viendo hundidos a los demás. Forza SFC!”, expresaba el director general deportivo sólo minutos después del gol de Williams.

El partido en Valdebebas es un nuevo reto y los de Lopetegui lo van a pelear todo hasta la última gota de sudor porque aún hay cosas en juego.

Otro de los retos pendientes está en el récord de puntuación que tiene a tiro este grupo de futbolista­s que está a sólo seis puntos de los 76 que logró sumar el Sevilla de Unai Emery en la temporada 14-15, la más prolífica en este aspecto de la historia de la entidad.

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Varios aficionado­s esperan con bengalas al autobús del Sevilla el pasado lunes a las puertas del estadio.
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ANTONIO PIZARRO

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