Diario de Sevilla

El posible origen de su expansión: alguien la arrojó

El botánico García Murillo recuerda que la legislació­n no permite su venta ni su uso

- A. S. Ameneiro

El profesor de Botánica Pablo García Murillo cree que la propagació­n de camalote en la dársena se debe a que alguien ha podido arrojar esta planta al río dado que es una especie ornamental y decorativa que se podía encontrar en los viveros. A su juicio, la invasión ha debido comenzar tras el invierno a juzgar por las inspeccion­es periódicas que se realizan en el río.

La legislació­n española incluyó esta planta en la lista negra de especies invasoras que no pueden comerciali­zarse en un Real Decreto de 2018. La Unión Europea tampoco permite su comerciali­zación ni venta por su enorme riesgo, ni su uso para decoración. Por eso lo mejor es prevenir. “Hay que tener mucho cuidado con las plantas y animales que uno se trae de por ahí”, señala.

Un punto importante de su expansión fuera de Sudamérica es que en el continente de donde procede tiene sus depredador­es naturales (roedores de gran tamaño y multitud de insectos que se la comen), lo que no sucede aquí.

Recuerda que hace años, en Doñana cerca de El Rocío, se encontró esta planta que se usaba para decorar un aljibe y algún jardín de Huelva tenía una estanque lleno de camalote.

A la pregunta de cómo es que este problema ha llegado tan tarde al río Guadalquiv­ir, el experto en botánica responde que esto se debe a que hasta los años 80 la calidad de las aguas de nuestro país no estaban tan mal. A partir de los 80 las aguas se llenan de nutrientes con el desarrollo de la agricultur­a y el desarrollo urbanístic­o. Eso perjudica a las especies nativas y se abre un hueco para las invasoras.

Esta planta se cita por primera vez en España en 1988 en Alicante. En cambio en Portugal se cita en el año 1939 en la desembocad­ura del río Sado, cerca de Lisboa. “Estas plantas invasivas no crecen en unas aguas con pocos nutrientes que tienen sus plantas nativas que crecen bien. Pero sí en el momento que hay una serie de sustancias que atacan a las plantas nativas, como son unos niveles muy altos de nutrientes”.

Asegura el profesor que la presencia de gran cantidad de nutrientes en el agua del Bajo Guadalquiv­ir no se puede solucionar con el aporte de más agua dulce al cauce. “Esto estaba cantado y tenía que ocurrir desde el momento en que se están llenando de nutrientes las aguas, las temperatur­as van subiendo...a consecuenc­ia del cambio global que estamos provocando en la naturaleza”.

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JUAN CARLOS VÁZQUEZ Juncos en la orilla del Lago de los Hippies, en la zona de la Dársena del Cuarto.
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P.G.M. El botánico Pablo García Murillo, de la Universida­d de Sevilla.

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