Premio a la frescura del Sevilla Atlético
El fútbol quita unas veces y da otras. Así se equilibran las trayectorias y así logró el Sevilla Atlético una meta para la que, al principio de la temporada, no luchaba. Pero, tras varias frustraciones crueles, llegó el triunfo sobre la Balompédica Linense, que no llegó de paseo a la ciudad deportiva sevillista: el partido se rompió en pleno zafarrancho linense, cuando se olisqueaba el dramático empate, gracias a un contra inconmensurable del juvenil Juanlu.
Era el minuto 72, y con ese gol fruto de la fuerza, la fe y también la fortuna, el atacante sevillista hizo justicia con un equipo que no habría merecido tan mal sabor de boca de nuevo. 20 minutos antes, Alomerovic había lanzado un disparo al larguero. La fortuna ahí se alió con el filial sevillista, que siguió mandando en el marcador gracias al gol inical de Pedro Ortiz. Finalmente, el recién salido Nacho Quintana marcó el tanto de la tranquilidad tras robarle el balón al central rival. Ya no importaba que el Córdoba fuera ganando al Cádiz B ni que Coulibaly marcara en el minuto 88.
El Sevilla Atlético salió al césped del Estadio Jesús Navas, ante familiares y canteranos sevillistas, dispuesto a ser el dueño de su destino. Y desde bien pronto lo estuvo intentando, Hasta que lo logró en el minuto 8, tras un balón al espacio de Iván a Isaac. El rechace de su disparo lo cazó en plancha Pedro Ortiz.
El partido tuvo idas y venidas, fases para los dos equipos y emoción hasta que Juanlu lo rompió con su demarraje en el minuto 72. Tras dejar atrás a dos rivales, su centro engañó al portero y llegó el gol de la tranquilidad, antesala de la gran fiesta que vivió el jovencísimo equipo de Gallardo sobre el húmedo césped.