Diario de Sevilla

El Sevilla toca su techo

2|2 ● Mira a la cuarta plaza tras igualar el Madrid al final

- Francisco José Ortega

Empate frustrante para el Sevilla en su primera visita a Valdebebas como equipo profesiona­l. Los hombres de Julen Lopetegui, por un rebote, cierto, dejaron escapar en el minuto 94 la oportunida­d de reengancha­rse a la pelea por la Liga, aunque fuera siquiera de manera quimérica. Los sevillista­s fueron capaces de ponerse por delante dos veces en el marcador, algo que en una visita al Real Madrid, ya es mucho, pero en ningún momento transmitie­ron la sensación de sentirse a gusto en esa posición dominadora, cuando de verdad se les puso todo de cara para dar un golpe en la mesa para soñar aún con la Liga.

Ése es el problema de este maravillos­o Sevilla, de este equipo que ha sido capaz de llegar a las cuatro jornadas finales con la vía abierta de pelear por el título más preciado por todo el fútbol español. El cuadro que defiende la fe futbolísti­ca radicada en el sevillanís­imo barrio de Nervión sólo le tiene que envidiar a los adversario­s a los futbolista­s de relumbrón, léase Messi, Benzema y Luis Suárez, por individual­izar en algunos, aunque hay más, pero, sobre todo, le queda mucho por llegar hasta la actitud de manejarse en lo más alto de la pirámide balompédic­a.

Cuando el nunca suficiente­mente piropeado Sevilla de Lopetegui y Monchi ha tenido una oportunida­d de asaltar el trono, ese statu quo tan arraigado en el fútbol español, ha caído presa del vértigo en las alturas. Le pasó hace seis días contra el Athletic, cuando Iñaki Williams marcó en el minuto 94, o por ahí, y le volvió a suceder en Valdebebas, cuando Kroos aprovechab­a un rebote para anotar el 2-2. En ambos casos, el cuadro sevillista había sido mejor en líneas generales que el adversario, pero, mentira, el resultado no les fue favorable y, por tanto, nada de nada. Algo, sin duda, les faltó y fue creerse que son capaces de moverse en esas alturas en el momento de la verdad.

No se trata de negar el mérito, en absoluto, ya está dicho que el Sevilla de Lopetegui y Monchi merece los más encendidos elogios, es cuestión de no negar una realidad que es tan cruel que establece que le ha faltado algo para dar ese paso adelante y ha sido, sin duda, la mentalidad para creerse superior al resto, particular­mente en este segundo partido en el que el Madrid le birló la ilusión cuando tenía la oportunida­d de golpearlo con dureza.

Pero no fue así y ni siquiera esta vez podrá acudir nadie al arbitraje, algo que se ha puesto de moda en el sevillismo de manera casi soez, sin tener en cuenta que todos los equipos tienen motivos para la queja. El VAR de Martínez Munuera y González González convirtió un penalti de Bono a Benzema en un máximo castigo a favor del Sevilla en el campo del Real Madrid. ¿Justo? Por supuesto que sí, pero que nadie diga que no le sorprende que se produzca esta circunstan­cia en una visita del Sevilla a la casa blanca madrileña, sea en Valdebebas, en el Santiago Bernabéu o en la misma Plaza Mayor si hiciera falta. Así que excusas, cero en la cuestión arbitral por mucho que le perdonaran la segunda tarjeta a Casemiro, aunque eso ya es algo que se asume en estas visitas.

Dicho todo lo anterior, se arranca el análisis por el principio. Julen Lopetegui iba a sorprender a todos con la elección de sus futbolista­s en el arranque. Ni En-Nesyri ni De Jong estaban entre los once titulares y eso ya era cambiar absolutame­nte la filosofía del juego del vasco durante casi toda su etapa como técnico sevillista. El equipo llegaba a Valdebebas sin un nueve puro, por tanto, y ni siquiera Ocampos iba a ocupar esa posición, porque era el Papu Gómez quien se ubicaba más cerca de los centrales rivales en la mayoría de las ocasiones.

Ésta puede ser una solución para quitar la referencia arriba y que puedan aparecer más futbolista­s desde atrás en la zona de remate, pero desde el principio se iba a ver que no era ése el objetivo de Lopetegui en esta cita en la cumbre con el Real Madrid. El entrenador vasco busca, fundamenta­lmente, asegurar la posesión, te

ner a un hombre desmarcado para que el Real Madrid corriera detrás de la pelota sin éxito y sin opciones para recuperarl­a.

La idea puede ser buena, pero al Sevilla, de la manera que planteaba su entrenador el pulso, le faltaban siempre incorporac­iones desde atrás para sacar rédito de esa posesión del balón. En fin, el planteamie­nto, está claro, va a depender del devenir de los acontecimi­entos y lo primero que sucedería fue una internada de Odriozola por la banda derecha en una acción aislada que acabaría con un testarazo al fondo de la portería de Benzema. El Sevilla se salvó por los buenos oficios del VAR, pues la pierna del lateral estaba adelantada a la línea cuando le pusieron el balón en profundida­d. El gol no iba a tener consecuenc­ia en el marcador, pero sí en lo referente al juego.

La razón fue que el Real Madrid atisbó la debilidad del Sevilla y también los nervionens­es se vieron afectados y dejaron de creerse intocables. Fue un tramo en el que el cuadro local jugó demasiado arriba y los sevillista­s sufrieron. Pero el fútbol es caprichoso y una falta de Casemiro a

Joan Jordán, tarjeta milagrosa incluida por protestar al brasileño, derivó en una acción de estrategia para que Rakitic habilitara a Fernando. La definición del medio centro brasileño ya la quisieran muchos nueves, recorte a Casemiro y toque duro con la izquierda a la red de Courtois.

El fútbol tiene estas cosas. Cuando el Sevilla había dado más muestras de debilidad se había puesto por delante en el marcador. La teoría dictamina que ya los hombres de Lopetegui debían controlar las emociones y jugar con la ansiedad de un Madrid al que le pesan mucho las piernas a estas alturas. Los sevillista­s supieron manejar el balón, pero dieron demasiados pasos atrás y les faltó amenazar de verdad.

Al Sevilla le faltaba correr riesgos arriba, aprovechar­se de la ansiedad del Real Madrid y pudo cambiar la situación tras el intermedio, a menos se atisbó con un disparo de Acuña. No fue así. Al Sevilla la faltó el paso adelante y sólo fue capaz de darlo en la jugada en la que Casemiro pudo ver la segunda amarilla en un disparo de Rakitic en una contra que debió tener mayores consecuenc­ias.

Esa incapacida­d del Sevilla para creerse de verdad la opción de ganar no podía acabar de otra manera que con un gol madridista. Y éste llegó después de un poste de Vinicius, pero en una fase en la que los visitantes no sufrían para nada, hasta que Asensio puso la igualada.

El Sevilla acusó el golpe cuando ya había metido a En-Nesyri, pero en otra jugada a balón parado Militao hizo una mano flagrante, tanto que el VAR hizo que un penalti posterior de Bono a Benzema se convirtier­a en un máximo castigo contra el Madrid de Florentino. Rakitic transformó con tranquilid­ad y en medio de un carrusel de cambios por parte de Lopetegui buscando no se sabe qué, además de ganar lógicament­e, al Sevilla le volvió a faltar creérselo de verdad.

Con todo el Madrid arriba se fue todo al limbo cuando un disparo de Kroos se desvió con la pierna de Diego Carlos. Frustració­n absoluta para el Sevilla, rabia para el Madrid en su deseo de pelear por la Liga. Empate y la sensación de que los hombres de Lopetegui y Monchi sufrieron el vértigo en las alturas. Otro año será, igual sí o igual no sucede nunca más, quién sabe.

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BALLESTERO­S / EFE Militao toca el balón con su brazo y comete penalti.
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BALLESTERO­S / EFE Papu Gómez trata de zafarse de Fede Valverde.
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BALLESTERO­S / EFE Fernando ha dejado por el suelo a Casemiro y dispara con su izquierda para colocar el cero a uno.

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