Queja del distrito Casco Antiguo

En esta Sevilla nuestra, con un alcalde en busca y captura de las llaves del palacio de San Telmo, parece que romper la omertà se castiga con acoso y coacciones por parte de los representantes públicos. Soy un vecino de San Lorenzo que llevo años denunciando la injusta colocación de unos contenedores delante de la clínica médica que dirijo. Un disparatado sistema de quita y pon, creado para mayor gloria de la asociación de vecinos y que, dicho sea de paso, nos está costando un riñón a todos los sevillanos para que cuatro vecinas no saquen el cubo individual. La pasada semana, citado por el director del distrito Casco Antiguo para buscar una solución a este problema, me vi asaltado por una decina encabezada por el propio director, la subdirectora con ínfulas, varias presidentas de asociaciones de vecinos, una técnica de Lipasam bastante malencarada y algún que otro palmero a modo de comparsa. Tal fue la encerrona, llena de amenazas veladas, avisos y acusaciones, que pensé que me encontraba rememorando alguna escena de El padrino. Todo, claro, con la aquiescencia del director del distrito. Y no es la primera vez que las huestes del Sr. Cabrera llevan a cabo tales visitas intimidatorias. Son ya varios los episodios con vecinos de la Alameda de Hércules o el Parque de los Príncipes que describen a la perfección el sentido democrático del que pronto dejará de ser consigliere para auparse al sillón consistorial. Julio Torrejón (Sevilla)