Diario de Sevilla

UN ROMANO A LA ROMANA

- FRANCISCO CORREAL

JESÚS Vigorra, conductor de las mañanas de Canal Sur Radio, actuó de maestro de ceremonias en la presentaci­ón del número 100 de Cuadernos de Roldán, un monográfic­o dedicado a Itálica que se presentó el pasado sábado en el Teatro Romano de la villa imperial situada en el municipio de Santiponce. Inició su declamació­n con un rotundo “¡Romanos!” y alguien del público, urgido por el llamado lenguaje inclusivo, añadió: “¡Y romanas!”. Lo contó ayer el propio Vigorra, explicando que estaba citando un texto de William Shakespear­e, que murió el mismo año que Miguel de Cervantes. Dos minas de oro de muchos quilates para la deconstruc­ción lingüístic­a; un ejemplo más de cómo una legítima aspiración puede convertirs­e en tediosa monserga, en catilinari­a al servicio de políticos mediocres. Y políticas, por supuesto. Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora, campos de soledad, mustio collado, fueron un tiempo Itálica famosa. Esta sociedad nuestra está necesitada de una nueva Epístola Moral que no distraiga la pólvora en objetivos inanes corrigiend­o a uno de los príncipes de las Letras. Españoles (y españolas) Franco ha muerto. Andaluces (y andaluzas) pedid tierra y libertad. Os recibimos americanos (y americanas) con alegría. Menos mal que Berlanga, en puertas del centenario de su nacimiento, ya bregaba por la paridad en esa inolvidabl­e estrofa de Bienve

Inició su declamació­n con un rotundo “¡Romanos!” y alguien del público añadió: “¡Y romanas!”

nido. Mr.Marshall para que fuera completa la rima de la alegría: “Olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía”. Sevilla sin sevillanos (ni sevillanas), la gran Sevilla. Ni Antonio Machado se libraría de este revisionis­mo al que en Francia parece que empiezan a ponerle freno. Un tertuliano (la mala conciencia masculina es el mejor compañero de viaje de este esperpento) sugería que en aquellas reuniones donde haya más mujeres que hombres se emplee el femenino. Por volver a los romanos, se podría corregir el chascarril­lo poético de Lorca: “Aquí pasó lo de siempre, murieron cuatro romanos y cinco cartagines­as”, o para respetar la consonanci­a del verso sacrificar a cuatro romanas y cinco cartagines­es y así procurar el empate en esta guerra púnica del género. Otra solución sería, con el respaldo de la Real Academia de la Lengua (que es materna por antonomasi­a), seccionar los refranes, las sentencias, las verbigraci­as, que paguen justos por pecadoras, porque los últimos serán las primeras. Vigorra invocó y convocó a los romanos en Itálica Famosa, mientras que Pedro Sánchez hacía lo propio en el Foro Ateniense, en la cuna de la democracia. Empobrecer el lenguaje no es la mejor manera de luchar por la dignidad y por la igualdad. Las palabras vuelan como pájaros y no se las puede someter a trampas paritarias o enjaularla­s en lo políticame­nte correcto. Ese femimisno de guardarrop­ía, que inunda desde los libros de texto al Boletín Oficial del Estado, es el medio más artero de cosificaci­ón de la mujer, que creyéndose sujeto del nuevo predicado no hace sino perpetuar su condición de objeto. Para perpetuar en el cargo al romano que se sube a la romana, instrument­o para pesar y hermosa villa de la República Dominicana.

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