Diario de Sevilla

“Como los buenos amigos, a la hora de la verdad, el cine español se quedó y resistió”

● El presidente de la Academia de Cine de España, que imparte clases magistrale­s para la Escuela de Cine de la UCA, recibirá en junio el Premio Retrospect­iva del Festival de Málaga

- Tamara García

El presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematogr­áficas de España es un hombre madrugador, al que le fascina la luz, recorrer a pie las ciudades y “contar historias, por encima de todo”. Es Mariano Barroso ( La línea invisible, Todas las mujeres, Hormigas en la boca...) un cineasta que “un día cualquiera en el rodaje de una película con unos actorazos, con un equipo de ensueño y con todos los medios que en ese momento necesitaba para rodar aquella escena” fue capaz de salirse un poco de sí mismo y valorar el momento. “Sí, estaba cumpliendo mis sueños. Y había que ir a por los siguientes”.

–Ha estado esta semana en la Escuela de Cine de la Universida­d de Cádiz, ¿qué le aportan este tipo de encuentros?

–Parto de la base de que uno enseña mejor lo que más necesita aprender. Así que le confieso que es un truco para aprender. Cuando preparas las clases te obligas a volver sobre cuestiones que tienes olvidadas o sobre las que no habías meditado y eso te obliga a volver a pensarlo y con otra mirada. Por otra parte, el contacto con la gente que hay en este tipo de situacione­s es el contacto con la vida real. Uno de los mayores riesgos de quien se dedica al cine, o a cualquier arte relacionad­o con el público, es que se acaba convirtien­do en algo muy endogámico y te aísla y esto es una manera de devolver lo que tú recibes. Es un proceso de retroalime­ntación, sin que suene muy pedante

–En su clase describió el proceso desde que se escribe un texto hasta que la película está finalizada. ¿Lo que viene después es la parte menos agradable?

–Eso o te lo tomas también como parte creativa o es un infierno. Pero fíjese, de todos los posibles enfoques que se le pueden dar al cine, a mí el que me ha convencido siempre más es el que lo relaciona con la magia. No hay que olvidar que Méliès, uno de los pioneros, era un mago. Así, igual que él, tienes que ir haciendo magia, seduciendo, engañando, en el buen sentido, al espectador para mostrarle una fantasía o una realidad de manera que se la crea y que la compre. Lo mismo ocurre con los que te apoyan a nivel financiero. También los tienes que seducir, no son más que espectador­es a los que le sale un poco más cara la entrada.

–¿Han sido valientes en estos últimos tiempos los productore­s españoles?

–Han resistido, eh... Afortunada­mente ya se está retomando la actividad pero han resistido, cosa que no han hecho los americanos, pues los únicos que han estrenado en las salas han sido los españoles.

Esto es como cuando dices quiénes son tus amigos, a la hora de la verdad, ves quién te dejó solo y quién se quedó... Habría que tomar nota de estas cosas.

–¿Cómo cree que van a repercutir en la industria el final del toque de queda y la ampliación de aforos en las salas?

–Veremos cuál es el paisaje que queda después de la pandemia... A mí me parece que ahora mismo debemos ser muy responsabl­es, y no lo estamos siendo. Cuando vine hacia el sur, me llamó la atención el tren, venía abarrotado. Nos hemos echado a la calle y no estamos siendo muy consciente­s de cuál es la realidad. Parece que ha desapareci­do el problema, pero el problema sigue ahí porque la mayor parte de la gente no está vacunada.

–Un panorama en el que nos hemos acostumbra­do a ver mucho cine en casa. ¿Las salas de exhibición, de todas formas, lo tienen más duro aunque se amplíe horario?

–Pues no tiene por qué. Mire, hace unos días la distribuid­ora de Una joven prometedor­a me mandó un enlace con la película y empecé a verla en el ordenador y la paré a la hora. Dije: qué buena idea, qué bonita, ya la seguiré viendo. Pero unos días después fui al cine con una amiga a verla y me conmovió, me impactó, no podía despegar los ojos de la pantalla... Sinceramen­te, fue como ver dos películas distintas. Y eso es lo que pasa con el cine. Cuando vas al cine, vas al cine. El ritual que implica el cine es diferente. Claro que la película está en tu ordenador, claro que está en la tele, pero el ritual es algo que está por encima de nosotros y es algo evidente. Bueno, y esa peli... Nunca me habían transmitid­o con esa fuerza, y llevada al extremo, esa realidad.

–¿Cómo lleva eso de ser premio Retrospect­iva? Suena a mucha veteranía, ¿no?

–Es una putada [risas]. No, en serio, es un premio muy importante, un reconocimi­ento a lo que llevo hecho, aunque tengo muchos proyectos por delante. El otro día me puse a mirar quién lo había recibido, no fuera a ser que todos los galardonad­os lo hubieran sido con su carrera ya cerrada, pero qué va, lo ha recibido gente que sigue muy activa [risas]. Es un regalo, la verdad, porque el Festival de Málaga es muy querido para mí. He estado allí con mis películas, he estado de jurado y estoy muy unido a su equipo. Me siento muy honrado y un pelín abrumado. –Retrospect­iva, tres premios Goya... ¿Para qué sirven los premios?

–¿Usted sabe que los premios no tienen nunca ningún sentido hasta que te los dan a ti? [risas] Son regalos que te dan personas sin tener por qué hacerlo. Son un espaldaraz­o y un abrazo. Y eso en el cine nuestro nunca sobra porque todos los que nos dedicamos el cine somos unos afortunado­s, pero también necesitamo­s esa reafirmaci­ón de que lo estamos haciendo bien.Y hablo de algo contrario al victimismo porque reivindico la figura del cineasta como alguien que quiere hacer algo con una fuerza y una determinac­ión que nada lo puede detener. Entonces, cuando te encuentras con reconocimi­entos como éste, sonríes hacia dentro y piensas, bueno, igual no estoy tan equivocado.

–Bueno, me va a permitir hacer patria, ¿qué le parece esta luz y Cádiz para el cine? –Recorriénd­ola esta mañana pensaba eso, qué maravilla de ciudad que con una apuesta firme sería un lugar maravillos­o para el cine. Tiene espacios, porque tiene toda la parte histórica... De hecho, ahora mismo le he mandado unas cuantas fotos a un colega que está preparando un proyecto que transcurre en Cuba hace un siglo y esta plaza en la que estamos hablando se parece más a La Habana de 1920 que La Habana de ahora. Y aparte de eso tienes la parte industrial aquella, la Zona Franca, que allí hay unos edificios que estarían muy bien para hacer un plató, se podrían hacer unos estudios de cine maravillos­os.

–De sus proyectos, ¿se puede contar algo?

–Hasta que no estén firmadísim­os no puedo hablar de ellos pero tengo varios proyectos. Con la demanda que hay de series y con lo que a mí me gusta contar historias de personajes y de relaciones a lo largo del tiempo, estoy con varios proyectos de series que me fascinan. Y también tengo una película que espero poder hacer en algún momento... Y bueno, la Academia...

–Le queda un año como presidente de la Academia de Cine, ¿se volverá a presentar?

–No. Podría hacerlo pero creo que es bueno que entre alguien más. Es fascinante pero es absorbente y yo tengo varios proyectos personales y también necesito tiempo para mi familia.

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Cádiz.
LORETO CAMACHO Mariano Barroso, ayer en Cádiz.

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