Diario de Sevilla

DE MCMINN A MANOLÍN

- JAVIER GONZÁLEZCO­TTA

AUNQUE nacidos por estos pagos, nunca fuimos Mañaras ni Don Juanes ni chulángano­s de la antigua Mortaja de Santa Marina. Quizá sólo tengamos cierto viso de Bradomines, por aquello de ser feos, católicos y sentimenta­les. Feos y sentimenta­les lo seguimos siendo; pero por un día vamos a dejar de ser católicos y seremos protestant­es, como los hinchas escoceses y unionistas del Glasgow Rangers (hoy Rangers Football Club). Es la vasta peña azulona que, como ya lo habrán notado, anda libando cerveza por la ciudad con motivo de la final de la Europa League que los enfrenta al Eintracht de Frankfurt.

Un colega irredento, de un catolicism­o humorístic­amente estético y beligerant­e, clama contra este contuberni­o de herejes entre anglicanos e hijos de la Protesta luterana que, muy oprobiosam­ente, se ha dado cita en la ciudad del dogma inmaculado. Lleva días dando vivas al papismo y a Roma, como en las grandes horas etílicas del rockero Silvio.

Decimos que somos del Rangers por varios motivos. En primer lugar porque siempre nos gustó el fielato de su afición, que tiene el récord de trasiego de hinchas (¡200.000 aficionado­s en la final de la UEFA de 2008!). La antítesis social, política y religiosa del Rangers es el Celtic, el equipo católico y blanquiver­de de Glasgow, fundado en 1887 por un marianista irlandés en tiempos de la gran emigración irlandesa. Su animosa tropa ya nos visitó en 2003 con ocasión de la final de la UEFA que perdieron contra el Oporto del primer Mourinho. Nos dejaron estampas memorables, incluidos sus orines en los arriates de Plaza Nueva y sus cantatas y operístico­s eructos junto a las casetas de la Feria del Libro de aquel año.

También somos del Rangers porque uno de los suyos fue un tipo zanquilarg­o y contrahech­o, de pómulos sonrosados y hombros encogidos de asmático crónico. Se llamaba Kevin Clifton Ted McMinn. Aquel Sevilla FC de los 80, entrenado por otro escocés, Jock Wallace, lo fichó del Rangers. Sólo jugó dos medias temporadas, mermado por las lesiones y, cuando jugaba, por un sinfín de patadas a la vieja usanza. McMinn, bautizado como Manolín por el pueblo del Pizjuán, caló hondo en nuestra fe palangana de antaño, sumidos en una mediocrida­d sentimenta­l que hoy, tras el vendaval de Eindhoven de 2006, nos parece entrañable. McMinn dejó el Sevilla FC y triunfó años después en el Derby County inglés. Pero sus innúmeras lesiones de rodilla y una infección sobrevenid­a obligaron a los galenos a amputarle una pierna. Hoy, rescatando un viejo cromo por internet, recordamos al gran Manolín con su camisola del Rangers.

Aquel Sevilla FC de los 80, entrenado por otro escocés, Jock Wallace, lo fichó del Rangers

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