Los urinarios de la polémica
● La instalación de este equipamiento es un adelanto de lo que podría verse en la Semana Santa de 2023
El dispositivo planteado por el Ayuntamiento de Sevilla para la final de la copa de la UEFA ha desatado la polémica. Al margen de las molestias que ocasionan las restricciones y cambios en el tráfico y los aparcamientos en Nervión –el partido se jugará en el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán–, no ha pasado desapercibido el centenar de urinarios públicos que la empresa municipal de limpieza (Lipasam) ha dispuesto en el Casco Antiguo, donde desde ayer se percibe una gran af luencia de seguidores de los dos equipos que se enfrentan.
Entre esta instalaciones, las que más han llamado la atención son las que se encuentran delante de la fachada de la iglesia del Salvador, un edificio declarado Bien de Interés
Cultural (BIC), referente de la arquitectura barroca y considerado la segunda catedral de la ciudad por sus dimensiones.
Hasta ocho urinarios se han colocado en la conf luencia de la
Plaza del Salvador con la calle Villegas, entre el azulejo del Cristo del Amor y una de las puertas de acceso a la antigua colegiata ( bajo la cruz de las culebras). La ubicación genera un impacto visual nada grato, lo que ha sido motivo de debate, especialmente en las redes sociales, entre los partidarios de que se ofrezca este servicio para evitar los orines en la calle y los que rechazan dicho emplazamiento.
El Ayuntamiento ya explicó el sábado que su instalación durará menos de 48 horas. De martes a jueves, cuando serán quitados, y que responde a la alta concentración de personas que se prevé para estas jornadas.
De lo que no queda duda es que así se hace frente a uno de los déficits detectados la pasada Semana Santa y admitido por el propio alcalde, Antonio Muñoz, ante las críticas por el olor a orines en las calles durante la celebración religiosa, sobre todo en la Madrugada, cuando se aplicó la ley seca (el cierre de bares en el centro de la ciudad).
De lo que no cabe duda es que la presencia de estos urinarios portátiles constituye un adelanto de lo que sevillanos y visitantes podrían encontrarse en la Semana Santa de 2023 para paliar la carencia detectada este año. Aunque para entonces –recuérdese que es año de elecciones municipales– se espera que su impacto visual sea menor y que, al menos, se tenga mayor sensibilidad y las fachadas de los templos queden libres de ellos.