Marruecos y España logran una reapertura de fronteras tranquila en Ceuta y Melilla
● Tras una madrugada de euforia, los ciudadanos atraviesan por el paso del Tarajal con muchas dudas, pero con fluidez
Ahmed baja del taxi de un salto y duda con qué mano coger la maleta. “Estoy ner vioso”, confiesa como si hiciera falta verbalizar lo que evidencian sus movimientos bruscos y una sonrisita casi histérica. “Esto ha sido muy fuerte, necesito ver ya a mi familia y a mis amigos”, explica mientras enfila la valla azul en la que lo reciben dos vigilantes de seguridad privada dad españolas tras desatarse una crisis migratoria entre España y Marruecos que llevó a 10.000 personas (unos 1.500 menores de edad) a cruzar con falsas promesas hacia Europa por los espigones del Tarajal y Benzú en dos avalanchas consecutivas. Entonces se veía a decenas de jóvenes con lágrimas en los ojos deambulando por la arena oscura. Ahora todo el mundo sonríe. La ilusión del reencuentro.
“Es una fecha simbólica, llama la atención que hayan abierto hoy precisamente”, comenta un guardia civil de los muchos que se ven por la zona, tantos como policías nacionales. “Está la cosa muy tranquila, como debe ser; ahora ésta es una frontera normal, como puede ser la de La Línea, un sitio por donde la gente pasa de un país a otro sin más. El problema, aquí y allí, es el contrabando. Eso lo complica todo”, continúa.
“¿Piden PCR?“, pregunta Fátima mientras da vueltas a la rotonda sin atreverse a descender del coche. Hay muchas dudas sobre cómo hay que realizar el paso y sobre quién puede hacerlo. De hecho, a los pocos minutos, esta mujer desiste de cruzar y regresa por dónde ha venido, refunfuñando. Sanidad Exterior exige a quienes quieren entrar en Ceuta un certificación de vacunación completa contra la enfermedad del coronavirus (como Marruecos, que negó el acceso a varias personas por carecer de él), una prueba negativa de la Covid-19 (una PCR de las últimas 72 horas o un test de antígenos de no más de 24) o un certificado de curación. Fátima ya lo ha comprobado.
La apertura de la frontera se produjo en la medianoche del lunes al martes en una primera fase restringida a ciudadanos de la Unión Europea y/o con permiso para circulación en territorio Schengen. Es el comienzo de un proceso gradual pactado entre ambos países para evitar incidentes. Desde luego, ha tenido efecto.
No se ven colas y el único ruido que se oye es el de las máquinas que adecentan el tramo de costa que discurre junto a las instalaciones fronterizas, una pequeña playa en la que sólo pueden entrar las gaviotas y por las que corretean a sus anchas los perros detectores de drogas y explosivos en un momento en el que no hay trabajo. Una “tierra de nadie” donde se acumulaban restos que arrojaba el mar y que también está siendo sometida a un lavado de cara. En la frontera en sí también hay