Diario de Sevilla

LOS HECHOS DE ALGECIRAS

- ▼ RAFAEL SÁNCHEZ SAUS

ROBO a José Antonio Yturriaga, en artículo publicado en Sevillainf­o, el relato sucinto de los hechos conducente­s al atentado islamista de Algeciras: “Yassine Kanjaa había entrado ilegalment­e en 2019 en Gibraltar a bordo de una moto de agua y, tres días más tarde, fue expeditiva­mente devuelto a Marruecos. No se sabe cómo, entró de nuevo en España y se afincó como okupa en un piso-patera de Algeciras, donde habitaba con otros tres compatriot­as. Fue investigad­o por la policía, que comprobó que había entrado ilegalment­e en España y estaba indocument­ado, por lo que en junio de 2022 se le abrió un expediente de expulsión y hasta ahora, porque el ‘amigo’ Marruecos no le facilitaba un salvocondu­cto para ser repatriado. Lo que en Gibraltar se resuelve en tres días, en España puede llevar meses […] Kanjaa se fue radicaliza­ndo durante su estancia en España y tenía un comportami­ento extraño […] Esto provocó las sospechas de la policía y aquí la informació­n es contradict­oria, pues unos dicen que era vigilado de cerca y otros que no se había tomado nin

Las fuerzas del orden, por las razones que fueran, no impidieron que un terrorista circulara sembrando el pánico

guna medida contra él porque carecía de antecedent­es por terrorismo y tenía un domicilio. Las fuerzas de seguridad no recurriero­n a los mecanismos legales que permiten controlar e incluso arrestar preventiva­mente a quienes den muestras de radicaliza­ción, y se dedicaba tranquilam­ente a enviar mensajes por Whatsapp o por Facebook para exaltar al Daesh o hacer apología del yihadismo”.

Se pierde la cuenta de cuántos servicios del Estado omitieron su deber en esta secuencia de hechos que han terminado de la forma que sabemos. Por supuesto, no se ha producido ni se producirá no ya alguna dimisión, ni siquiera una petición de perdón a las víctimas. Más aún, el ministro Marlaska se ha permitido felicitar a las fuerzas del orden que, por las circunstan­cias que fueran, no impidieron que un terrorista armado circulara sembrando el pánico, de templo en templo, por el centro de Algeciras. Nadie tema: no habrá manifestac­iones de familiares y allegados pidiendo justicia, el clero y el obispo darán las adecuadas muestras de mansedumbr­e, los fieles hasta aplaudirán incorrecta y estúpidame­nte en el funeral, los políticos se pondrán de perfil o, como Pedro Sánchez, se referirán al brutalment­e asesinado como “el fallecido”. Otros toman buena nota: el 28 de enero, un sujeto, “gritando algo sobre Alá”, irrumpió en una misa en Oviedo. Los descendien­tes de Pelayo “salieron corriendo asustados”. Nada que añadir, pero aún nos pasa poco.

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