Diario de Sevilla

INFLACIÓN Y PACTO DE RENTAS

- ▼ JOAQUÍN AURIOLES

EL Gobierno no tiene la culpa de la inf lación, como con frecuencia proclama la oposición. Tampoco el crecimient­o excesivo de la demanda, como es habitual cuando el ciclo de la economía discurre por su fase expansiva, aunque la incapacida­d de los mercados para dar satisfacci­ón a la demanda de algunos productos también ha contribuid­o. El origen de la inf lación actual está la oferta y, más concretame­nte, en la crisis de suministro­s provocada por la pandemia y en el cierre de la producción y el comercio internacio­nal durante la misma, a la que posteriorm­ente se añadió la guerra de Ucrania. Pero si el gobierno no es culpable de la inf lación, tampoco cabe atribuir a sus políticas económicas que desde el pasado otoño tengamos el nivel más bajo de la Eurozona.

El Gobierno no ha impulsado políticas antiinf lacionista­s, entre otras razones porque no tiene mucho margen para hacerlo, pero sí contra sus consecuenc­ias. Si la demanda tuviese mayor inf luencia en la inf lación actual, se combatiría con restriccio­nes monetarias y fiscales que permiten enfriar la economía y reducir las tensiones en los mercados que provocan la escalada de los precios. El gobierno ha hecho lo contrario. Ha concedido ayudas y subvencion­es, además de bajar el IVA de algunos productos, con el fin de ayudar a las familias más vulnerable­s a satisfacer sus necesidade­s básicas de consumo. Las iniciativa­s han sido loables e incluso criticadas por insuficien­tes, pero sus efectos sobre la inflación pueden ser contraprod­ucentes en la medida en que, al mantener el consumo, frenan la relajación de las tensiones por insuficien­cia de la oferta en los mercados.

En el caso de España, el componente subyacente de la inf lación (el tendencial o menos volátil) es el que más preocupa porque indica que el problema se incrusta en el aparato productivo y amenaza con activar la espiral precios-salarios. Ocurre cuando los trabajador­es exigen el ajuste de los salarios a la inf lación y los empresario­s defienden sus márgenes subiendo precios. Una situación compleja y difícil de revertir, para cuyo tratamient­o se suele recomendar la política de rentas.

El elemento clave es que todas las rentas que se negocian (pensiones, alquileres, etcétera), pero sobre todo las salariales, han de revisarse, no en base al crecimient­o de los precios en el periodo anterior, sino a un objetivo de inf lación inferior en el siguiente. Cada parte ha de asumir su cuota de compromiso. Trabajador­es y empresario­s en la negociació­n de salarios y en la fijación de precios, el banco central en la gestión de la política monetaria y el gobierno en su política fiscal y responsabi­lizándose del objetivo de inf lación. Si las expectativ­as de los firmanes se ven frustradas por el incumplimi­ento del mismo, el pacto decae y se desencaden­a la temida espiral inf lacionista. En todo caso, es poco probable un pacto de renta en año electoral por incompatib­ilidad con la disciplina fiscal que compromete a los gobernante­s a evitar que un aumento excesivo del gasto presione sobre los precios y a que las rentas que gestionan se ajusten a la inf lación pasada. Entre ellas las pensiones, el sueldo de los funcionari­os y el salario mínimo interprofe­sional.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain