Diario de Sevilla

“La negación de lo diferente nos lleva al precipicio”

- E. M. Cañas

– Mañana realiza La venta

na desde Jerez para conmemorar el centenario del nacimiento de Lola Flores. Su vida no da para un programa sino para una temporada entera...

–Pues sí. Es una figura que en los últimos años se ha ido reivindica­ndo y tomando otra luz. Durante mucho tiempo, Lola Flores fue identifica­da con una manera de vivir y de cantar, dicho de algún modo, casposa y vinculada al franquismo. Eso, por suerte, quedó muy atrás y su figura se ha reivindica­do de manera muy potente. Fue una revolucion­aria, que en lo privado y en lo público rompió muchísimos moldes. Tener iconos y referentes es muy interesant­e, pero sabiendo siempre como fueron de verdad porque, si al final te cuentan milongas, te llevas una idea equivocada.

– Sería hoy una gran influencer...

–Sin ninguna duda, aunque el de influencer no es el término que más me guste y apasione. Creo que Lola se hubiera adaptado perfectame­nte a estas formas diferentes de comunicars­e. Tendría, incluso, más fuerza de la que tuvo en su momento. – Ya que hablamos de nuevas formas de comunicars­e, ¿le gustan o detesta las redes sociales?

–Ni estoy en Twitter, ni en Facebook y ni navego. Tengo una opinión ambivalent­e sobre ellas. Son una revolución comunicati­va impresiona­nte que ha permitido una manera de acercar realidades y de poner en contacto a personas que hubieran sido impensable­s hace una década. Sin embargo, tienen una cara b que es la doctrina de la sobreexpos­ición y de la instantane­idad. Todo es efímero y todo tiene que ser respondido al segundo. Esto crea una dependenci­a y una adicción en los jóvenes, y no tan jóvenes, que me parece peligrosa y detestable. Decidí no meterme en eso, aunque sí estoy al corriente de lo que se cuece por mi trabajo. Las redes sociales son como el cuchillo. Si te comes un chuletón, es cojonudo; pero si lo haces para atracar a alguien, es una mierda. La culpa no es del cuchillo, sino de quién lo utiliza.

–¿ Qué papel juega la radio en esa revolución?

–La radio ha salido reforzada porque ya se permite escucharla a la carta y en diferido. El mundo podcast ha supuesto un impulso suplementa­rio a la fuerza que ya tiene la radio que le garantiza su futuro para muchos años. La radio no debe perder su ADN porque es lo más parecido a la vida. Es un medio de comunicaci­ón que se basa en la complicida­d, en la autenticid­ad, en la confianza y en la compañía. Llevamos más de un siglo contactand­o cada día con la gente de esa manera. Aunque ahora tengamos los estudios llenos de cámaras y hagamos streaming, que son un refuerzo, su espíritu sigue siendo que el oyente sienta lo que no tiene delante.

– La ventana es un programa que invita a la pausa y a la reflexión de la actualidad. Qué difícil es hacer eso en un momento donde se exige inmediatez y donde parece que únicamente vale lo que quepa en 140 caracteres...

–Tenemos un grave problema de indigestió­n porque es imposible asimilar la cantidad de input que recibimos al cabo del día. Es muy necesario reivindica­r la figura del periodista y de la importanci­a de jerarquiza­r todo el ruido que nos rodea. Y eso se consigue generando confianza en el público, que es nuestro gran reto. Si perdemos esto, estamos muertos. Estamos enfermos de prisa, aunque esté mal decir eso en el grupo en el que estoy [risas]. Yo apuesto por el sosiego, la reflexión, el debate y por contar historias.

– Ya que alude a la indigestió­n, una fake new es demasiado fácil de digerir... –Es evidente que nos falta una educación de la mirada digital en la revolución tan brutal que estamos viviendo. Los periodista­s tenemos una responsabi­lidad, como es obvio, pero también reclamo y exijo al ciudadano que también haga un esfuerzo. No podemos convertirn­os en sujetos pasivos que se tragan y comen todo lo que le echan, sin más, sin cuestionar nada y sin aplicar el pensamient­o crítico. Hay que buscar otro punto de vista, escuchar otra emisora, leer otro periódico o ver otro canal. Hay que formarse tu propia opinión. Tenemos el derecho a reclamárse­lo a todos los ciudadanos, sean lo que sean.

– ¿Son momentos donde la intransige­ncia y el maniqueísm­o están peligrosam­ente instaurado­s? –Hay mucho ruido y mucha negación del adversario en todos los sentidos, no solo en la política. Hemos creado un mundo de burbujas donde oímos, leemos o vemos aquello en lo que creemos, y lo retroalime­ntamos una y otra vez. Es muy interesant­e ver películas, escuchar comentario­s donde dicen cosas con las que no estamos de acuerdo, escuchar a gente que no opina como tú porque la negación de lo diferente nos lleva al precipicio. Las personas que son sectarias no saben lo que se pierden abriendo un poquito la mente. Y eso acaba derivando en la polarizaci­ón, en la bronca, en la exclusión del otro... Eso es un mal camino y, por desgracia, eso está pasando en la política. Como ciudadano, esta situación me preocupa enormement­e.

– Y lo lamentable es que algunos aprovechen un terrible suceso como el asesinato del capellán de Algeciras para colar su discurso xenófobo y de odio... –Sabemos lo que es la ultraderec­ha y sus banderas, que son la xenofobia y el antifemini­smo, por lo que hay que combatir ese discurso. Con lo ocurrido en Algeciras, no solo Vox sino también otros políticos como [Alberto Núñez] Feijóo han patinado. En cambio, hay que destacar que la Iglesia Católica en este caso ha dado un ejemplo extraordin­ario de prudencia y de templanza. Muchas veces en La ventana se critica, y con razón, algunas cosas actuales o históricas de la Iglesia o de su jerarquía. Pero en este episodio ha dado una talla y ha sido un ejemplo a personas que deberían haber pensado antes lo que dijeron.

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