Diario de Sevilla

VIRGEN DEL REPOSO O “NORABUENA LO PARISTE”

- TOMÁS GARCÍA Doctor en Biología

LA Catedral de Sevilla es el gran santuario devocional de la ciudad desde su conquista cristiana y guarda infinidad de historias, leyendas y misterios, albergando populares advocacion­es marianas con artísticas imágenes que las representa­n. Entre ellas, podríamos destacar la Virgen de los Reyes en la Capilla Real, talla del siglo XIII; la Virgen de la Antigua que preside su propia capilla, pintura mural de finales del siglo XIV; la Virgen de las Angustias o de la Alcobilla, fina terracota de finales del XV que nos deslumbra en la portada de la capilla de San Leandro; La Cieguecita del trascoro, Inmaculada tallada por Juan Martínez Montañés hacia 1630... y la Virgen del Reposo situada en el muro trasero del altar mayor. Estas seculares devociones traspasaro­n las fronteras y llegaron al Nuevo Mundo, recibiéndo­se con el tiempo numerosos enseres de plata enviados por descubrido­res y colonos de las Américas en agradecimi­ento a su protección, los cuales permitiero­n la suntuosida­d de las capillas al ser fundidos para su propia financiaci­ón.

La Virgen del Reposo es una tierna figura con el Niño en brazos de barro cocido policromad­o creada hacia 1522-1523 por Miguel Perrin, la cual se ubica en una hornacina alta tras el presbiteri­o. El maestre ymaginero francés nos ha legado magníficos grupos escultóric­os para el cimborrio, portadas y trasaltar catedralic­ios, renovando así el arte del barro e introducie­ndo modelos

La Virgen del Reposo es una tierna figura con el Niño en brazos de barro cocido policromad­o

renacentis­tas en una urbe anclada aún en el gótico-mudéjar. La hermosa Virgen indujo una gran devoción protagoniz­ando leyendas populares como la relacionad­a con el venerable Hernando de Contreras, quien, maltrecho a la vuelta de uno de sus viajes a África para el rescate de cautivos, implora ante la nueva imagen sellando su nombre: “Madre de Dios, dadme reposo”. Otro relato que cuenta la tradición correspond­e a un converso judaizante que acudía ante la sagrada efigie maldiciend­o a la Madre y al Hijo con estas duras palabras: “Noramala lo pariste”; hasta un día en el que se siente petrificad­o y tiene una visión celestial que le llevaría a convertirs­e realmente al cristianis­mo y exclamar con vehemencia postrado a los pies de la Señora: “Norabuena lo pariste”. Como consecuenc­ia de este título benéfico que se expandió por el reino, la escultura se convertirí­a en lo sucesivo en un icono muy apreciado por las mujeres embarazada­s, muchas de las cuales acuden en solicitud de protección para el parto y la vida de su futuro hijo.

En su contemplac­ión, la fantástica silueta de la Virgen del Reposo venerada desde antaño en la Catedral de Sevilla eleva nuestras almas a los cielos y nos recuerda que la vida cambia, las civilizaci­ones se suceden, pero la espiritual­idad permanece a lo largo de los siglos en estos míticos lugares sagrados que contuviero­n santuarios de otras religiones, los cuales deberían ser visitados con frecuencia por creyentes y no creyentes, por hombres y mujeres de buena voluntad con deseos de concordia y de paz.

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