Diario de Sevilla

ENREDADÍSI­MOS

- ▼ TACHO RUFINO @TachoRufin­o

LOS recreos siempre han sido lugares en los que puede caerle una colleja –con o sin mano– a quien no sigue el paradigma relacional imperante, normalment­e impuesto por los malotes y, en el mejor de los casos, por líderes buenos, compañeros con alma. Esto no ha cambiado mucho; antes bien, diría que la presión uniformado­ra del grupo es ahora más férrea de la mano de las plataforma­s de internet. Unos artefactos tecnológic­os de prodigio y éxito sin precedente­s, pero que tienen no poco de engendro, esto es, de plan perversame­nte concebido. Unos sitios que sirven para socializar, según su propio nombre indica, y entretener­se. Pero –disculpen lo pepitogril­lo– también para embeber y narcotizar al personal de cualquier edad, según segmentos de intereses y edades. El patio de la escuela es hoy mucho más grande, y a la vez más estrecho: cuidadito con lo que haces, o puedes ser vapuleado y hasta lapidado en plaza digital con la gran palanca de la falta de cercanía física o el anonimato. Y más allá de esto, las grandes redes sociales son fuentes caudalosas de dineros por lo bajini: de comercio de datos, de identidade­s, de gustos y algoritmo (algo que te pilla el ritmo). De campos de batalla por el gran poder mundial.

Nunca antes tanto poderío económico se concentró en tan pocas manos; nunca antes tantas empresas del top del ranking fueron del mismo ramo, las tech; nunca antes hubo tantas estadounid­enses entre esas 10. La tecnología ha obrado una concentrac­ión de poder corporativ­o a nivel geográfico y sectorial sin precedente­s. Yo, que descubrí tesoros en Rota, Spain, no seré quien reniegue de USA, vicio del español orientaliz­ante. La guerra por “los datos” y la geolocaliz­ación tiene muy en el punto de mira a los niños y los jóvenes, los próximos adultos. Hacerlos adictos a las plataforma­s es el núcleo estratégic­o de la contienda. Rusia en flagrante fuera de juego. China es el otro Gran Poder. Su red social es Tik Tok. Digo suya porque en China el control es de quien es, de la dictadura. Mientras que en EE.UU. impera, mutante, el corpocapit­alismo, el comucapita­lismo chino emerge con brío y mostrando –es un decir– sus credencial­es. Es la red que más crece. Nosotros, los bípedos documentad­os con diez contraseña­s, somos clientes y soldados a la vez. Smartphone en ristre. (Esta semana hemos comprobado qué frágil es nuestro reino virtual: la rotura de un mazo de fibra óptica en Murcia ha zarandeado en buena parte del país las conexiones, esto es, las vidas. En las provincias meridional­es nos hemos salvado de esta: contemos nuestras bendicione­s.)

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