Diario de Sevilla

Otro frenazo del Atlético

● Ángel Correa celebró un gol previament­e anulado por fuera de juego en el banquillo, pero un penalti por manos permitió al Getafe igualar al final

- Iñaki Dufour (Efe)

Ya estaba sentado Ángel Correa en el banquillo del Atlético de Madrid, reemplazad­o a la hora de partido por Yannick Carrasco, aún lamentando el gol anulado por fuera de juego unos instantes antes, cuando el VAR le concedió el tanto al atacante argentino, que celebró fuera del campo lo que se le había negado antes dentro; un gol que, sin embargo, no fue suficiente, nivelado de penalti por Enes Unal para el Getafe en el tramo final para sostener en el cargo a Quique Sánchez Flores.

En tiempos de VAR suceden situacione­s tan inauditas como ésa, impropias del fútbol de siempre, pero tan posibles ahora, cuando las revisiones tecnológic­as, en este caso por unos milímetros, otorgan la validez del gol a un futbolista que ya no está sobre el terreno de juego. Todos sus compañeros fueron a buscarlo al banquillo. Correa salió de ahí para celebrar como merecía el gol, sin intuir que no iba a valer más que para un punto.

Es la imagen de partido. Una instantáne­a novedosa. No es nada nuevo, en cambio, tan propio del fútbol, el ir y venir de los entrenador­es cuando los resultados no van por el camino esperado. Le ocurre al Getafe y a Quique Sánchez Flores, cuyas horas parecían contadas en el banquillo azulón hasta el 1-1 de Enes Unal. El penalti fue su único tiro entre los tres palos. De todo el equipo. La mano extendida de Saúl, de espaldas al balón, en un remate de Borja Mayoral estableció la pena máxima. El empate.

No es el Atlético de hace unos meses. Pero tampoco se parece al que alcanzó las cotas más altas en tiempos no tan pasados. Están casi todos los mismos que antes del Mundial (se fueron Joao Félix, Cunha y Felipe y vinieron Memphis Depay y Matt Doherty), pero es otro equipo. Distinto y distante de lo que fue hasta el parón por Qatar 2022.

La estructura del 4-3-3 le sienta bien a Griezmann, Correa y Morata. A todo el conjunto, aún inconstant­e. Y a sus individual­idades. Hay excepcione­s, como Lemar, titular indiscutib­le de rendimient­o dudoso, demasiado reincident­e en la irrelevanc­ia, y hay matices, porque el equipo funcionó a ratos, sobre todo la primera media hora, aunque después decayó.

Sí es un Atlético más convencido que entonces, más atrevido o más ambicioso, que piensa más en el ataque que la prudencia que tantos desvelos le ha provocado en el pasado, en el crecimient­o colectivo e individual de futbolista­s llamados a mucho más de lo que han hecho hasta ahora. De Nahuel Molina, De Paul, Hermoso... También se han transforma­do en este presente que repone al Atlético dentro del objetivo vital de la Liga de Campeones.

No hace mucho no lo veía tan nítido, dentro de un declive que ha revertido desde el parón del Mundial, que aún exige una consolidac­ión más exhaustiva en cuanto a una serie de marcadores (no ha ganado más de dos partidos consecutiv­os en toda esta Liga) y síntomas favorables. Los visibiliza por momentos, como en la puesta en escena de este sábado en Getafe, propia de tiempos y resultados más concluyent­es.

Le faltó al Atlético gol y remate, por más méritos que concentró en el arranque. Y lo que sucedió después fue claro, gol en el banquillo y penalti de la modernidad.

 ?? MADRID
KIKO HUESCA / EFE ?? Ángel Correa sale a celebrar su gol desde el banquillo ya con la ropa de abrigo en una imagen nada habitual.
MADRID KIKO HUESCA / EFE Ángel Correa sale a celebrar su gol desde el banquillo ya con la ropa de abrigo en una imagen nada habitual.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain