Agoney y Blanca Paloma, dos caras de la misma moneda: la libertad
● El duelo de los dos ganadores de las semifinales del Benidorm Fest parte de un mismo vértice moral con dos estilos musicales muy diferentes
La primera edición del Benidorm Fest, bajo el nombre de Festival de Benidorm, se celebró en 1959. Por aquel entonces, el franquismo azotaba con fuerza a la sociedad española. Como siempre, la música sirvió como grieta por la que dar color a un país repleto de grises.
Desde Julio Iglesias al Dúo Dinámico, pasando por Raphael o Karina, Benidorm fue la cuna de una fiesta que celebraba la música como elemento de disociación de una realidad dura y, para muchos colectivos, asfixiante. Estos días Benidorm vuelve a llenarse de gente pese a ser invierno. Las calles de la ciudad alicantina vuelven a respirar esas ganas de celebrar, quién sabe si por inercia o por necesidad, el regreso de la música en directo. Esas canciones que nos unen y que nos representan más allá de nuestras fronteras. De eso va el Benidorm Fest, de unión y representación de lo que somos, más allá de nuestras diferencias.
Las canciones de las primeras ediciones del Festival de Benidorm ya contaban con un halo de anhelo de libertad en sus letras. Este año, las candidaturas que luchan por alzarse vencedoras de la vigente edición del Benidorm Fest también han reflexionado en torno al concepto de libertad. Sin duda, el gran duelo lo han protagonizado el canario Agoney y la ilicitana Blanca Paloma, que, con sus diferencias, han aportado dos propuestas de altísima calidad al festival.
Agoney ha querido apropiarse de un espacio al cual le han destinado toda su vida por su condición sexual: el infierno. Quiero arder es el reflejo de las conversaciones que mantenía el canario con una monja cuando era pequeño. La hermana le aseguraba que le tenía mucho aprecio pero que irremediablemente acabaría en el infierno por homosexual.
El cantante ha querido aferrarse a estas situaciones para empoderarse y convertirse en el rey del infierno. Agoney mezcla situaciones oscuras y distorsionadas con momentos de plena sensibilidad, iluminado por una única luz blanca procedente del cielo. La puesta en escena está repleta de referencias a la iglesia y, en la parte final, muestra cómo ha cogido las riendas de aquello que le han obligado a ser para convertirlo en su propio juego con sus propias normas.
Agoney habla de la dualidad del bien y del mal en su canción. De como la sociedad le ha destinado a ser el malo, a vivir en la parte oscura por el simple hecho de ser homosexual. Quiero arder es una declaración de intenciones, un giro del tablero que posiciona a los malos de la película en el lugar de los buenos. Algo parecido a lo que cantaba Julio Iglesias en el Festival de Benidorm de 1969, cuando decía eso de “los buenos quedan, los demás se van”. ¿La vida sigue igual?
La otra gran favorita del Benidorm Fest ha sido Blanca Paloma, que ha llevado las bulerías a otro nivel. La ilicitana ha enamorado a público y jurado con Eaea, un rito a sus ancestros centrado en la figura de las abuelas. Blanca ha querido centrarse en sus raíces, presentando un relato que le lleva hasta el útero de la matriarca de su familia.
“Yo no tenía cuarto de juegos, yo tenía cuarto de música. Allí pasaba horas con mi padre, que tocaba la guitarra”, explica Blanca Paloma, asegurando que “la música es mi expresión de libertad”. Y es que de eso va, en definitiva, Eaea, de volver a la zona de confort, al manto de tu abuela, para poder ser con libertad. Algo que aclamaba la letra de Tu loca juventud, que venció en el Festival de Benidorm de 1965, cundo aseguraba que el “amor es poder ajeno”.
El poder de Blanca Paloma es su voz, pero su condición de escenógrafa le ha llevado a crear una atmósfera única, que atrapa al espectador. Un gran círculo de flecos protagoniza la puesta en escena de las bulerías, simulando los f lecos del manto de la yaya Carmen, la abuela paterna de Blanca Paloma. Una candidatura que lo tiene todo para alzar el micrófono de cristal en Liverpool, demostrando que en nuestro ADN está la victoria musical.
Lo mejor de Eaea y Quiero arder, de Agoney y de Blanca Paloma, es que defienden el concepto de libertad desde prismas diferentes. Además, ambos enaltecen el trabajo del otro, encontrando en esta competitividad sana el sentido del Benidorm Fest. “Estar juntos nos alimenta, aprendemos el uno del otro. Hay admiración pura, un compareñismo que me quedo para siempre”, asegura Blanca Paloma y suscribe Agoney. Palabras que recuerdan que los buenos quedan y que el amor es poder ajeno, tanto en 1959, como en 2023.
‘Tu loca juventud’, ganadora en Benidorm del 65, ya hablaba del amor y la libertad