Diario de Sevilla

MOCIÓN DE CENSURA

- ▼ VICTOR J. VÁZQUEZ vvazquez@us.es

EL presidente del Gobierno puede serlo porque tiene la confianza del Congreso. Su legitimida­d de origen y de ejercicio descansa en que su acción de gobierno cuenta con apoyo parlamenta­rio. La Constituci­ón prevé que dicha confianza pueda ser cuestionad­a a través del procedimie­nto de moción de censura, cuya principal caracterís­tica es su carácter constructi­vo. Quien somete a un juicio político al Gobierno ha de presentar candidato alternativ­o. Nuestro constituye­nte descartó la moción puramente destructiv­a, ya sea contra el presidente o contra cualquiera de sus ministros, y los motivos de ello se expresaron de forma clara en el Diario de Sesiones. El parlamento debe tener el poder sumo, pero también ha de tener en estas cuestiones la responsabi­lidad suma, y esta es la que conferimos a través de la técnica de la moción de censura constructi­va, afirmó el diputado Pérez Llorca. El también ponente constituci­onal, Fraga Iribarne, insistió en que la Constituci­ón ha de crear la posibilida­d de gobiernos fuertes y eficaces. Se buscaba, en definitiva, y desde experienci­as históricas bien conocidas, no banalizar el uso de esta institució­n, racionaliz­ar la vida parlamenta­ria y dotar al ejecutivo de las condicione­s de estabilida­d que exige la dirección política de una democracia moderna.

Todo parece indicar que se discutirá en el Congreso la séptima moción de censura de nuestra democracia, de nuevo interpuest­a por Vox contra el presidente Sánchez, solo que esta vez el candidato no será el presidente del partido, sino Ramón Tamames, antiguo militante comunista y figura destacada de la Transición. Esta estrafalar­ia moción no va a prosperar. La mayoría parlamenta­ria de gobierno es sólida. Ahora bien, es probable que, en dicho trámite, usando como estandarte a un ex comunista comprometi­do con la Transición, se busque dar forma testimonia­l a la tesis del gobierno ilegítimo por traidor a las esencias constituci­onales, en un intento de delimitaci­ón pública de las dos Españas parlamenta­rias. El macizo de la raza constituci­onalista y la anti-España. Se interpreta por los promotores que si el partido conservado­r, verdadero destinatar­io de la moción, no participa de dicho acto, saldrá malparado por su tibia oposición al socialcomu­nismo. Sin embargo, no descartemo­s que en dicho trámite parlamenta­rio se escenifiqu­e una involuntar­ia sesión de autoparodi­a del partido reaccionar­io español. El humor castellano­manchego es letal y de las mociones de censura se sabe cómo se entra, pero no cómo se sale.

No descartemo­s que se escenifiqu­e una involuntar­ia sesión de autoparodi­a del partido reaccionar­io español

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