Diario de Sevilla

Muere en Dubái el ex dictador de Pakistán Pervez Muharraf

● El líder de esta potencia nuclear fue uno de los aliados más fieles de EEUU en su lucha contra el terrorismo de Al Qaeda

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El ex dictador militar paquistaní Pervez Musharraf, que gobernó esta potencia nuclear por casi una década, murió ayer en Dubái tras varios años padeciendo una rara enfermedad, informaron allegados y fuentes oficiales.

El general “murió hoy (por ayer) en el American Hospital de Dubái a la edad de 79 años. Sufría de una enfermedad rara llamada amiloidosi­s”, confirmó el ex presidente del All Pakistan Muslim League, la formación de Musharraf, Muhammed Amjad.

Musharraf estaba siendo tratado en Dubái, donde residía, por amiloidosi­s, una rara enfermedad que se produce por la acumulació­n

Cuenta en sus memorias que Bush le dijo: “O estás con nosotros o estás contra nosotros”

en los órganos de una proteína llamada amiloide, lo que altera el funcionami­ento de los tejidos y provocan disfuncion­es.

Musharraf quedará para la historia como el último dictador de Pakistán, fuerza clave que sirvió a Estados Unidos para la guerra contra Al-Qaeda tras el ataque del 11 de septiembre. “Me he enfrentado a la muerte y la he derrotado varias veces en el pasado porque el destino y la suerte siempre me han sonreído. Solo rezo para tener más que las proverbial­es nueve vidas de un gato”, escribió el ex dictador en su autobiogra­fía En la línea de fuego (2006).

El general de cuatro estrellas llegó al poder en 1999, poco después de haber sido destituido como jefe militar por el entonces primer ministro, Nawaz Sharif, con un incruento golpe de estado, el último vivido por la nación asiática que ha pasado varias décadas de sus 75 años de historia bajo el poder militar. En pocas horas, Sharif fue apartado del poder, Musharraf asumió el mando del Ejecutivo, se proclamó presidente en 2001, cargo que ratificó en un controvert­ido referéndum en 2002.

Los atentados del 11 de septiembre de 2001, ocurridos meses después de la legitimaci­ón de su poder en el país, determinar­ían el rol geopolític­o que el estratega militar estaría por cumplir.

Pakistán recibió un mensaje de la Administra­ción del entonces presidente George W. Bush, que decía “o estás con nosotros o estás contra nosotros”. Dijo Musharraf que al decidir convertirs­e en un aliado de los EEUU quedó en la primera línea de batalla.

La invasión de Afganistán por las fuerzas internacio­nales, liderada por Estados Unidos, obligó a la fuga de los talibanes y la caída de su régimen, con muchos de sus líderes y aliados, incluido Osama bin Laden, huyendo de regreso a Pakistán. Los bombardeos dirigidos con drones desde el suelo paquistaní por los estadounid­enses, con el apoyo de Musharraf, no solo obligaron a los talibanes a huir a través de la frontera sino que alcanzaron también Pakistán con miles de víctimas, cientos de ellos civiles.

La posición del dictador frente a la guerra se convirtió también en un riesgo contra su propia integridad, con las fuerzas insurgente­s considerán­dole un blanco de guerra. “De repente, hubo una gran explosión y mi auto voló por los aires. Estaba cara a cara con el terror. Era el 14 de diciembre de 2003 y me dirigía a casa del Army House después de haber aterrizado en Islamabad unos minutos antes”, relató en sus memorias sobre uno de los dos atentados que sufrió en ese periodo.

Durante el mandato de Musharraf, Pakistán dio muestras de desarrollo en los campos económico y social, con un crecimient­o económico anual del 7,5%, que sigue siendo el nivel más alto en casi tres décadas, según datos del Banco Mundial.

Sus políticas económicas fueron elogiadas por institucio­nes financiera­s locales e internacio­nales.

En su mandado se permitió también una proliferac­ión de canales de televisión privados sin precedente­s. Aumentaron de cero a 70 hasta 2008, último año de su mandato.

Sin embargo, la imposición de un estado de emergencia en noviembre de 2007 resultó ser una decisión fatídica para su mandato.

El general intentó suspender la Constituci­ón y reemplazar al presidente del Tribunal Supremo, Iftikhar Chaudhry, lo que lo enfrentó con la oposición y se convirtió en el motivo por el que afrontó más tarde un caso de traición.

La popularida­d, que se ganó por sus políticas en los campos de la economía y la modernizac­ión del país, comenzó a hundirse. En agosto de 2008, Musharraf anunció su dimisión en un largo discurso defendiend­o las decisiones que había tomado.

El ex gobernante militar formó su propio partido político, la Liga Musulmana de Pakistán, y prometió volver al poder, pero el Gobierno del recién electo primer ministro Nawaz Sharif, el mismo que Musharraf echó del poder en 1999, se lo impidió.

Musharraf fue juzgado por un tribunal por el delito de traición. Aunque el tribunal lo condenó en 2019 a la pena de muerte, marcando la primera vez en siete décadas de historia como país que un dictador militar es condenado por sus acciones, el dictamen fue anulado el año siguiente por Alto Tribunal de Lahore.

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EFE Pervez Musharraf, en una imagen tomada en 2013.

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