Diario de Sevilla

EL COMERCIO Y LA GEOPOLÍTIC­A

- ▼ JOAQUÍN AURIOLES

HASTA los detractore­s de la globalizac­ión han de admitir que los intereses comunes exigen estrategia­s globales para hacer frente a problemas como el cambio climático o la pobreza en el mundo. En ellas, el comercio internacio­nal juega un papel fundamenta­l, hasta el punto de que viabilidad de esas estrategia­s se ven amenazadas por el recurso a las restriccio­nes al comercio como forma de sanción y represalia. Si las relaciones comerciale­s no son tan fluidas como debieran, no solo las estrategia­s globales corren peligro de quedar atascadas, sino también, y muy especialme­nte, las regionales y nacionales, como la transición energética en Europa.

El proceso de descarboni­zación que persigue la Unión Europea es complejo y a largo plazo, lo que significa que habrá imprevisto­s que obligarán a revisar plazos y objetivos. Pero la sustitució­n del carbón y el petróleo por el gas natural en una primera fase choca con dos problemas. El primero, que Europa tiene carbón, pero no tiene gas y al comercio correspond­e resolver la contraried­ad. El segundo que, tras la brutal invasión de Ucrania por parte de Rusia, el principal argumento sancionado­r de occidente contra los rusos y de réplica por parte de estos vuelve a levantarse en torno al comercio.

La interferen­cia en las importacio­nes de gas y petróleo ruso por parte de Europa llevó a su economía al borde la recesión. El panorama para el pasado invierno se presentaba difícil, pero la inteligent­e administra­ción de las reservas de gas y la reducción del consumo de gas (un 19% en el segundo semestre del pasado año, que se eleva hasta el entorno del 50% entre países como Finlandia o Lituania) han permitido, no solamente superar el reto con relativa comodidad, sino también acelerar el proceso de reducción de la dependenci­a del gas ruso. Como consecuenc­ia de ello, la súbita escalada en el precio entre junio de 2022 (85 euros el MWH) y finales de agosto de ese mismo año (cerca de 340), se vio truncada en los meses posteriore­s hasta situarse por debajo de los 50, cuando se cumplía un año de la invasión. Todo parece apuntar a que serán los propios rusos los principale­s perjudicad­os en este proceso, en el que el comercio, en este caso su suspensión, ha vuelto a tener un papel clave.

Europa estaría acelerando, de esta forma, su transición hacia la descarboni­zación completa, que también debería llevar a la desaparici­ón del gas natural, aunque los hechos apunten a lo contrario. Entre ellos, las correccion­es impuestas por la guerra de Ucrania, como la tubería de hidrógeno verde alternativ­o al Midcat, obtenido a partir de GNL, o el imparable aumento de las importacio­nes de gas ruso en España, tras el sorprenden­te giro diplomátic­o sobre el Sahara.

El comercio como herramient­a habitual en el manejo de conf lictos internacio­nales está en auge y no tiene pinta de cambiar. Cuando Europa consiga satisfacer todas sus necesidade­s energética­s desde fuentes renovables, seguirá dependiend­o de paneles solares fabricados en China. El comercio tiene sus ventajas, pero también sus inconvenie­ntes. Nos permite acceder al proveedor más barato, pero a veces nos hace olvidar que la insegurida­d también tiene sus costes.

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