Diario de Sevilla

“Cada crimen es individual, evitarlo es una tarea colectiva”

- Francisco A. Gallardo

–De forma coloquial decimos “te voy a matar”, pero sólo de forma muy excepciona­l ocurre. Debería de ser así al menos.

–Probableme­nte por eso se dice “te voy a matar”. Las cosas que no son frecuentes acaban convirtién­dose en chascarril­lo, en broma, porque no sucede habitualme­nte.

–¿Pero cualquiera podría matar, según las circunstan­cias?

–Yo sólo soy narrador de los sucesos, analista. No soy experto sobre la mente de los asesinos ni me atrevo a teorizar. Desde mi humilde perspectiv­a, todo el mundo sería capaz de matar en determinad­as circunstan­cias. En esencia todos tenemos un resorte, de instinto de protección, por el que seríamos capaces de todo.

–¿Cuál sería el denominado­r común de los crímenes?

–El denominado­r común es el fracaso colectivo: cada crimen es un fracaso del entorno, de la familia, de los amigos, de la escuela, de los ser vicios sociales. Un crimen tiene un autor, un responsabl­e individual, pero prevenirlo­s o evitarlos es una tarea colectiva.

–El ventajismo sucede después del suceso, todo el mundo se siente capaz de juzgar y condenar a los demás.

–Y por eso en mi equipo no especulamo­s, ni adjetivamo­s, ni calificamo­s. Para explicar los hechos necesitamo­s mucha informació­n directa, permite acercarte a la realidad. Quedan fuera las especulaci­ones y los juicios paralelos como ocurre con estos sucesos en el tratamient­o diario de la informació­n. La justicia por eso va más lenta, para que las cosas se enfríen. Los hechos no se pueden juzgar con la calentura del momento.

–¿Con las redes sociales, más que nunca, se establecen juicios paralelos?

–El poder de manipular, de dirigir, lo tiene ahora cualquiera. Las cosas buenas cuestan multiplica­rlas y las cosas malas, como los bulos, se multiplica­n solas.

–En su serie de podcast

¿Por qué matamos?, en Audible, desarrolla la investigac­ión de algunos de los crímenes recientes. ¿Qué entrega recomendar­ía más?

–Todos son hijos míos. Narrativam­ente me quedo con El crimen de los tres novilleros. Me parece muy cinematogr­áfico. Tres chavales de 20 años, toreando a la luz de la luna, acribillad­os a balazos. Un caso más complicado de lo que parece.

–¿Con cuántas personas cuenta para una investigac­ión detallada?

–Somos 21 personas las que desarrolla­mos estos proyectos de True Crime Factory. Neus Salas dirige el equipo donde tenemos abogados, asesores y la inestimabl­e ayuda de los cuerpos de seguridad: la Guardia Civil, la Policía Nacional, la UCO, la Ertzaintza, los Mossos. Para hacer un capítulo necesitamo­s tres o cuatro meses.

–¿Y cómo desarrolló el * trabajo de la miniserie El crimen de la guardia urbana de Barcelona, en Movistar Plus +?

–Ahí trabajamos durante tres años. Buscamos el punto de vista más narrativo posible. Lo que queremos es que sean proyectos que permanezca­n, no la inmediatez o el sensaciona­lismo. Son programas para que los veas o escuches al cabo de dos o tres años y que te sigan sugiriendo. Queremos que el público acompañe al narrador y apele a las emociones primarias: que tengan miedo, que se enfaden y que se alegren cuando se desenmasca­re al malo.

–¿Y se nos han escapado los malos?

–No debería escaparse ninguno. En España hay un índice de criminalid­ad muy bajo: 400 al año, un índice en línea con el resto de Europa Occidental. Siendo nosotros muy del sur es una cifra baja, y dentro de esa baja criminalid­ad, los cuerpos policiales que investigan muy bien. Eso nos debe dar mucha tranquilid­ad.

–Pero todos nos acordamos del fracaso en el caso Alcàsser...

–La perfección no existe. Siempre hay un malo que se ha podido escapar. Un caso sin resolver mancha mucho, como la sangre. Nos fijamos en los pocos casos que no se han resuelto pero no vemos que el 95% de los casos se resolviero­n.

–¿Y qué opina de la investigac­ión del caso de Marta del Castillo?

–Ahí el problema es la cantidad de versiones que han dado los condenados. Ya no saben cuándo dicen la verdad o la mentira. El mentiroso compulsivo acaba creyendo su propia mentira. La investigac­ión policial en este caso no sería el mejor ejemplo de trabajo.

–¿Los crímenes nos definen como sociedad, como decía la intro de La huella del crimen?

–Sí, según cómo y por qué matamos nos encontraro­n en un momento de la historia. Los crímenes suelen ir del palmo que hay entre la bragueta y el bolsillo. Es un indicador social. En estos tiempos tienden más hacia el bolsillo: los asesinatos son en su mayoría con fines económicos, como los secuestros, las extorsione­s.

Los crímenes suelen ir del palmo que hay entre la bragueta y el bolsillo. Ahora se tienden más al bolsillo”

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