EL SEVILLA SUFRE Y ACABA GOZANDO
ESTÁ claro que quien la sigue la consigue y que el Sevilla lleva en sus señas de identidad seguir hasta no poder más. Es algo que se acentúa en la segunda competición continental, esa que ganó media docena de veces. Y en Old Trafford, ese campo que le trae buenos recuerdos, no sólo salió por su pie sino que afronta la vuelta en clara superioridad. De la posibilidad de una goleada en contra se pasó a unas tablas que saben a gloria.
Tras temerse lo peor, la segunda parte mostró a un equipo que volvió a parecerse al que era
El arranque es terrorífico y antes de que el personal empiece a sudar, el gol de Antony no sube al marcador por lo que ocupa el bigote de una gamba. La sorprendente alineación que pone en liza Mendilíbar se maneja mal que bien sobre la yerba y, sobre todo, la sensación de fragilidad en ambas áreas resulta preocupante. Y aún preocupa más cuando el austriaco Sabitzer hace su particular doblete, se mira el crono y resulta que sólo se lleva veinte minutos de juego.
Sabe el United a qué juega, que es a la contra y bajo la vieja conseja de que es mejor llegar al sitio que estar en él. Martial, ¿quién lo diría?, hace estragos con sus desmarques y su verticalidad. Se pone uno en lo peor, pues cada contra inglesa pone los pelos como escarpias a Nianzou y la compaña. El Sevilla está claro que echa de menos algo de colmillo en ataque, Lamela no es referencia para nadie y al descanso se llega pensando que el 20 ha podido ser bastante peor.
El segundo tiempo es muy distinto, con un Sevilla reencontrándose. La aportación de Jesús Navas va a ser fundamental y, aunque Antony deja temblando el maderamen de Bono, la felicidad llega en los últimos minutos. Y así como se puede escribir derecho con renglones torcidos, el Sevilla hace méritos y qué más da que esas tablas lleguen con sendos autogoles locales. La realidad es la que es y que el Sevilla está hecho para esta competición a ver quién lo duda.