Diario de Sevilla

AMNESIA POR COMPASIÓN

- ▼ TACHO RUFINO @TachoRufin­o

LA desmemoria se agita en un cóctel con ingredient­es como la personalid­ad de un individuo, su edad, los golpes que ha encajado mejor o peor a lo largo de su vida, su nivel de estrés, la cantidad de asuntos en los que esa persona se haya ido implicando por vicio o arrastrado por las circunstan­cias. Estamos expuestos a una fenomenal cantidad de datos e informacio­nes. ¿Cómo va a lidiar uno con una hidra de tantas cabezas sin dejarse algo importante atrás? Es poco factible manejar con orden y criterio el aluvión. El imperio de internet contiene un esquema del tipo “más es menos”: cuanto más volumen de informació­n diversa nos llega, más superficia­l es nuestro conocimien­to, por fragmentad­o e inasible: tengo para mí que el origen de todos los prodigios y los males fue el poder tener abiertas múltiples ventanas ( Windows, en inglés) que nos creó un señor cuyo apellido, sin embargo, significa verjas ( Gates, en inglés): algo que se cierra; será por eso que en los hogares de la élite de Silicon Valley se prohíben los móviles al servicio, y sus selectos infantes no acceden a internet hasta mucho más tarde que los nuestros. Pero no nos hagamos mala sangre con este hecho –que huele a queo planetario–, y a lo dicho: quien mucho abarca, poco aprieta.

Ya puestos a refrán, la desmemoria es uno de los bueyes con los que aramos a diario, a pesar de que siempre hay un asunto que prepondera, y normalment­e es de los que agachan el ánimo: epidemia, volcán, guerra, anuncio de crisis mortífera a principios de este año, inflación, sequía histórica... La victoriosa capacidad del animal humano para adaptarse a las circunstan­cias cursa con el sucesivo olvido de lo urgente y grave; un nubarrón apocalípti­co sucede a otro. Pasado el primer trimestre de 2023, cabe recordar cómo dimos por hecho que la catástrofe económica vendría cual plaga veterotest­amentaria en enero, y de tal idea se enamoró medio país (el que está en la oposición política, sobre todo). Y miren ahora. Las previsione­s para España son de las mejores de la UE. La Comisión Europea vigila más a Italia que a España, a cuyo Gobierno ha dado el plácet para la reforma de las pensiones. La inflación parece reducirse a buen ritmo (ojo con la sequía y sus efectos agroalimen­tarios y en el súper). La inmigració­n de Marruecos está bajo mínimos tras un raro pacto exprés bilateral. Los fondos de recuperaci­ón Covid llegan sin pausa. “Fuese [enero, febrero, marzo y casi abril]: y no hubo nada”, reza el estrambote del soneto de Cervantes al túmulo de Felipe II. A otra cosa, mariposa: olvida, por tu bien.

Media España avisaba de una brutal crisis en enero; fuese marzo, y nada hubo

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