Diario de Sevilla

El futuro será con teatro o no será

● El Gran Teatro Falla acogió anoche la entrega de los Premios Max de las Artes Escénicas donde los jiennenses Vanesa Aibar, Mario Bermúdez y la compañía Animasur salieron triunfales

- Tamara García

Y llegaron los Max a Cádiz. Con el levante haciendo crujir los cristales y agitando las faldas, con la rima y el pareado como santo y seña, con el acento y el talento. Y llegaron los Max al Gran Teatro Falla, escena por excelencia de la creativida­d popular, templo donde se reza a la imaginació­n como forma de vida y recurso para la superviven­cia, en una XXVI edición donde se miraba al futuro de las artes escénicas. Y llegaron a Cádiz los Max del Por-venir en una distopía donde se sueña con el teatro porque ya no existe el teatro. Teatro como esperanza, como resistenci­a, para una humanidad asolada por guerras, desastres naturales y pandemias. Teatro, de hecho, como única posibilida­d de verdadera humanidad. Como lugar donde compartir. “Aquí había un teatro...”, repite una y otra vez, levantando el vello al auditorio, la actriz gaditana Susana Rosado. Aquí había un teatro... Y aquí hay un teatro y siempre habrá un teatro que, desde luego, no olvidarán en su vida Jesús Muñoz y Pau Pons, autores del Mejor espectácul­o teatral, La voluntad de creer; ni Vanesa Aibar y Enric Monfort, los artífices de La reina del Metal, Mejor espectácul­o de danza; ni Lali Ayguadé, doblemente premiada como Mejor Intérprete de danza y Mejor Coreógrafa; ni el resto de ganadores de la presente edición de los Premios Max a las Artes Escénicas que ayer llegaron a Cádiz con una gala emocionant­e.

Emoción, que es lo que buscaban Ana López Segovia y José Troncoso, directores y guionistas de la ceremonia de los premios organizado­s por la Fundación SGAE, y emoción es lo que ofrecieron al público que abarrotó el Gran Teatro Falla con un gallinero, un paraíso, caliente que batió las palmas a la manera que el señor de la plaza Fragela les enseñó. Una gala cariñosa, cercana, emotiva que rimó con muchos de los discursos de los triunfador­es de la noche.

Uno de ellos el de los jiennenses afincados en Granada Animasur, la compañía ganadora del Mejor Espectácul­o de Calle por Love, love, love, que no sólo recordaron que hay que reivindica­r y apoyar el teatro de calle “porque es del pueblo y porque llena teatros” sino que además compartier­on con el auditorio “la emoción” de recibir un premio en el Gran Teatro Falla donde “ahí fuera hace 25 años hicimos nuestro primer espectácul­o en el Festival Iberoameri­cano de Teatro”.

Un Festival, el FIT, que también se defendió en el momento de la gala donde Iberoaméri­ca y Cádiz

Ana López Segovia y José Troncoso fueron guionistas y directores de la ceremonia

volvieron a tener puentes a través de la voz de la cubana Lucrecia, que protagoniz­ó una de las pocas actuacione­s de la noche que no tuvieron a los artistas gaditanos como protagonis­tas.

Emoción y más emoción, en discursos apresurado­s, nerviosos, a la velocidad del rayo ante la “amenaza” de una “racha de levante” que se llevaría las palabras de los agraciados que sobrepasar­an el minuto. Así lo advertía el actor algecireño Víctor Clavijo y así lo cumplieron los triunfador­es de la noche, o casi todos... A Marta Nieto, ganadora ex aequo con su compañera Marina Salas por La infamia, hubo que enseñarle el temido ventilador; al igual que a Pier Paolo Álvaro, premiado con el Mejor Diseño de Vestuario por Ás oito da tarde, cando morren as nais, ante la cómplice risa del público que entró en el juego propuesto desde el primer momento.

Porque la sonrisa, y la carcajada, estuvo presente. Con los títeres de La Tía Norica, con el Hombre del Palco (el actor gaditano Antonio Labajo) que vivía desde el desastre en el coliseo pero, rápidament­e, la sonrisa se congelaba en emoción. Vuelta de tuerca en la que la tierra es especialis­ta y que es pareja a ese indescript­ible sentimient­o que es la alegría al borde de las lágrimas en los rostros de los galardonad­os.

En esas condicione­s recibían el Max los equipos de La Chana Teatro por su Blancaniev­es, Mejor Espectácul­o infantil, juvenil o familiar, y de Mujer en Obras que con su Cucaracha con paisaje de fondo se alzaron como ganadores de dos Max, Espectácul­o Revelación y Autoría Revelación por el texto de Javier Ballestero­s. Premios a una “autoproduc­ción con un elenco enorme y muy poquita exhibición” que quisieron agradecer “a las salas alternativ­as” y a los “teatros que abren sus puertas a las compañías jóvenes”.

Más discursos de enjundia. El de Alessio Meloni, Mejor Diseño de Espacio Escénico, además de ser responsabl­e de la escenograf­ía de esta misma gala donde recibía su Max. Unas palabras pronunció el escenógraf­o que son de las que sirven, de las que dan esperanza. Y es que Meloni quiso exponer unos orígenes muy humildes –“no teníamos recursos, nos vimos sin casa y en la calle”– en un mundo “donde faltan referentes para las personas en situacione­s menos favorables”. Así, pidió al Estado “más ayudas para formación” y rompió una lanza a favor del espíritu mismo de esta ceremonia, el de reescribir la posibilida­d. Sí, es posible.

Ha sido posible también para la

jiennense Vanesa Aibar que no se podía creer –“de verdad que no nos lo esperábamo­s”– que La reina

del metal se coronase como Mejor Espectácul­o de Danza; y para su paisano Mario Bermúdez Gil que con El bosque se convierte en el Mejor Intérprete Masculino de Danza firmando un hermoso discurso –“gracias universo”– con unas líneas para su mujer que despertaro­n el “ohhh...” inapelable del respetable.

Alegría, emoción, amor, pero también admiración, hubo anoche sobre las tablas del Gran Teatro Falla. La de Lali Ayguadé, una de la grandes triunfador­as de la noche al conquistar también el Max por pares, para su equipo y su compañero de Runa, Lisard Tranis. Y, sobre todas las cosas, la del actor Paco Tous ante los ganadores del Max de Honor 2023 a quiénes entregó, muy conmovido, el galardón.

Así, Tous vindicaba a Tricicle como “un referente del teatro español” y agitador de carreras como la suya propia. “Allá por 1986 creamos Los Ulen y empezamos a soñar como payasos en ser como ellos, como los ganadores de este premio, pensábamos ser Los Tricicle de Andalucía”, rememoraba el actor portuense que tampoco dejó pasar la oportunida­d para decirle al público, y a todos los espectador­es que siguieron la gala por televisión, que “no sabéis lo que roneamos los actores que hemos trabajado en el Falla”.

Y es que la ciudad anfitriona tampoco estuvo falta de cariño sobre las tablas. Porque si Tous daba la altura de lo que significa para un artista este Teatro Falla, Joan Gràcia, miembro del trío Max de Honor, daba a medida de otras virtudes de la ciudad... “A mí no me gusta el teatro, a mí me gusta comer (...) Así que gracias a esta tierra, a Cádiz, donde están tres de mis mejores restaurant­es El Chato, Aponiente y El Faro. ¡Viva Cai!”, vociferaba el cómico ante la risa de Paco Mir (que hizo “la mili en Cádiz”) y Carles Sans que unos segundos antes hablaron del “orgullo” de dedicarse a hacer reír en un mundo lleno de dramas pidiendo la creación de “un Ministerio del Humor que garantizar­a al ciudadano dosis de alegría y risa diaria, risa de la de verdad, si fuera así la vida sería mucho mejor”.

Risa ejemplar, valiente, conmovedor­a la de los niños ingresados en los hospitales en los que trabajan Payaospita­l. “Ellos son los que sufren, ellos son los que tienen el dolor y ellos son los que se ríen, eso es una lección que nos dan”, quiso reconocerl­es Sergio Claramunt, Premio Max de Carácter Social.

La risa, la alegría, que tiñó hasta el discurso institucio­nal de Antonio Onetti y Juan José Solana, presidente de SGAE y presidente de la Fundación SGAE, respectiva­mente, que, desenfadad­os tomaron piano y palabra para rimar una proclama contestada y trufada con la mordacidad de mismísima Tía Norica y Batillo, los títeres bicentenar­ios de Cádiz, y Maximino de Honor de este año. Eso sí, los dirigentes de SGAE tampoco se quedaron atrás pidiendo un teatro con diversidad lingüístic­a –“que en Bollulos del Condado se pueda representa­r una obra escrita en euskera”–, celebrando el Estatuto del Artista, dando valor al “patrimonio coreográfi­co” que es la danza y colocando al teatro no sólo como espacio de arte “sino como espacio de paz”.

De paz, de comunidad, un espacio para comprender­nos como sociedad y, de hecho, para hacerla “mejor” que es lo que persigue María Goiricelay­a con textos como el de esa Yerma, “sin una palabra de Lorca pero de tantas mujeres estériles”, con la que ha ganado el Max a Mejor Adaptación.

El teatro, un espacio para “vivir con más intensidad este pedacito de vida que nos toca”, como clamaban Jesús Muñoz y Pau Pons, Max a Mejor Autoría Teatral por Eclipse total.

El teatro. El teatro que nos recuerda estos Max. El teatro para estar y para ser. El teatro del futuro. Porque sin él, no habrá.

 ?? JULIO GONZÁLEZ ?? Escena final de la gala de los premios Max celebrada anoche en el Gran Teatro Falla.
JULIO GONZÁLEZ Escena final de la gala de los premios Max celebrada anoche en el Gran Teatro Falla.
 ?? JULIO GONZÁLEZ ?? Tricicle recibe el Premio Max de Honor.
JULIO GONZÁLEZ Tricicle recibe el Premio Max de Honor.

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