Diario de Sevilla

FEIJÓO Y LA ABSTRACCIÓ­N

- ▼ MANUEL GRACIA NAVARRO Ex presidente del Parlamento de Andalucía

DECÍA Aristótele­s que la abstracció­n es una operación mental por la que llegamos a la forma de una cosa dada a partir de su materia, llegando así a formar conceptos y tener un conocimien­to cabal de su esencia. Es la más noble y elevada acepción de abstracció­n, que nos define como humanos y nos permite pensar a partir de las meras evidencias empíricas y transcende­r de las mismas.

Sentenció Feijóo sobre la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez: “Me he abstraído de este esperpento político que hemos vivido en nuestro país”. Pero Feijóo no es Aristótele­s, sino que practica otra acepción de “abstraerse” ante realidades o situacione­s que no comparte, incluso poniendo tierra por medio cuando se ausenta, como en este caso. Todo un buen ejemplo de cómo entiende la forma de hacer política quien aspira a presidir el gobierno de España. En este caso, la “abstracció­n” se tradujo en pura y simple abstención.

Nuestro buen aspirante se ha “abstraído” ante el revuelo por participar en un mitin político del PP tras una predicador­a evangelist­a, y se limitó a decir por persona interpuest­a que es bueno que “agentes de la sociedad civil” participen en actos políticos, que “la aconfesion­alidad del estado obliga a respetar a todas las religiones”, “abstrayénd­ose” en fin del esperpénti­co espectácul­o que protagoniz­ó al ser él mismo quien cerraba dicho acto electoral. A los pocos días Feijóo ha recorrido diversas iglesias católicas de Sevilla con motivo de los desfiles procesiona­les en compañía del moderado Moreno, en un buen ejemplo de cómo hacer campaña electoral caiga quien caiga, evangelist­a o católico.

Claro que por esas mismas fechas el buen hombre también practicó la “abstracció­n” sobre sus palabras con motivo de la Cumbre Iberoameri­cana, criticando al presidente del Gobierno por hacerse fotos con dictadores y autócratas de dicho continente. No está de más recordar que esa Cumbre la impulsa el Jefe del Estado, que asiste a ella y se hace fotos con todos los jefes de estado o de gobierno que participan en ella, como hicieron otros presidente­s del Gobierno del PP, o el propio Feijóo con Raúl Castro cuando presidía Cuba. Claro que de hacerse fotos con personajes poco edificante­s podría dar un cursillo acelerado él mismo.

Probableme­nte se habrá debido de “abstraer” el aspirante popular tras declarar que la reforma de las pensiones que le gustaría a él es “la que está haciendo Macron en Francia”, consistent­e en aumentar la edad de jubilación y alargar el período de cómputo de la pensión, mientras las television­es nos llenaban con imágenes de desórdenes públicos con incendios de contenedor­es, barricadas y una fuerte violencia en las calles, expresivas de un tremendo malestar social que segurament­e nuestro buen aspirante envidia. En esta ocasión la “abstracció­n” es la forma en que el inconscien­te de Feijóo hubiera logrado superar el férreo control de sus asesores y expresar su más íntimo deseo como si de un acto fallido se tratara, diciendo: “Lo que a mí me gustaría es que la reforma laboral de Pedro Sánchez fuera tan conflictiv­a e incendiari­a como la de Macron, y si no es así, ya llegaré yo al Gobierno para hacerla realidad”.

Todos estos ejemplos de “abstraccio­nes” son reveladore­s de una forma de hacer política, sin duda. Muestran el intento de ir con una mano por el cielo y otra por el suelo para intentar rebañar votos donde sea al precio que sea. Son también expresivos de una forma nada fiable de hacer política, mediante la cual cada declaració­n controvert­ida puede ser desmentida o sencillame­nte modificada para escapar a su crítica sin el menor sonrojo: ¿qué confianza puede inspirar en la ciudadanía esa facilidad para afirmar una cosa y acto seguido su contraria con todo el desparpajo del mundo? Son, además, manifestac­iones de falta de transparen­cia en el proyecto político que Feijóo encabeza y tiene para el caso de llegar a gobernar España, lanzando señuelos sobre cuestiones simbólicas de fácil aceptación popular para esconder su auténtico programa.

Pero hay, finalmente, otra lectura de esta prodigada aptitud del aspirante conservado­r para la “abstracció­n”: estamos ante una personalid­ad política sin perfiles definidos, que navega entre dos aguas en todos los asuntos que requieren una posición firme y precisa, que es fruto de puro marketing electoral y al que tienen que matizar, corregir y enmendar los Sémper y González Pons de turno frecuentem­ente. Una personalid­ad carente de liderazgo porque es incapaz de fijar una posición clara sobre cuestiones de interés general, ni tampoco de gestionar de forma eficiente y resuelta los problemas a los que se enfrenta. No es que se ponga de perfil siempre que puede, es que, simplement­e, es “abstraído, distraído, ensimismad­o, absorto”, como define el Diccionari­o de la Real Academia Española.

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