CAÑAS EN ALTO, TANQUES A LA CALLE
SOY cafetero, no cervecero, y por lo tanto más de cafés que de cervecerías. Pero no quiero que a mis amigos cerveceros les pase lo mismo que a cuantos amamos los cafés que, según el gran George Steiner, son una de las señas de identidad de Europa. De ser así poco europeos somos, porque fueron cerrando –sumando cafés, confiterías, chocolaterías y salones de té– el Café Madrid, el Gran Café de París, La Punta del Diamante, el Gran Britz, Los Corales, Calvillo, Filella, Riviera, La Española, Vía Veneto, Los Estepeños, Nova Roma, el Laredo, la cadena de los 14 Catunambú, La Ponderosa… Cerraron también los hornos centenarios de San Isidoro y San Buenaventura. Nos quedan Ochoa y La Campana, esta última un auténtico BIC por su heroica resistencia desde 1885 conservando su decoración en interior y escaparates, milagrosamente hermanada con la vecina papelería Ferrer de 1856.
Afortunadamente para mis amigos cerveceros bastantes bares, tabernas y cervecerías históricas han sobrevivido. Y con algunas de ellas la costumbre de tomarse unas cañas en la calle, sin molestar a nadie, nunca a altas horas de la noche. Ca
Ojalá que a mis amigos cerveceros fieles al Tremendo, Coronado o Vizcaíno no les pase lo mismo que a mí con los cafés
sos consolidados de Coronado, el Tremendo, el bar Jota o Vizcaíno que forman parte de la cultura –entendida como conjunto de formas de vida– a los que se les aplica con rigor desconocido para otras cosas una normativa que los trata como a las botellonas, poniendo en peligro la existencia de estos locales y con ellos la de esta costumbre que forma parte de una forma sana, educada y muy sevillana –o andaluza, si se quiere– de vivir la calle.
Tan sevillana y arraigada que ha originado en las redes el movimiento Los tanques a la calle. Los de cerveza, por supuesto, no los Leopard. Como bien ha tuiteado mi hermano del Calvario Antonio Garrido, “Te puedes pedir un café y tomártelo por la calle. Te puedes pedir una pizza y comértela en el suelo viendo una cofradía. Pero no te puedes tomar un tanque de cerveza en la puerta de un bar”. Por lo visto solo los turistas pueden comer y beber donde se les antoje, no los sevillanos. Será porque los nativos no representamos el 20% del PIB y los 16.000 millones que generan los turistas. Y el que paga, manda.
Ánimo, amigos cerveceros, luchad por vuestra cerveza como los isleños de las Hébridas y los ciudadanos de Denver luchaban por el destilado de malta en las divertidas Whisky a go-go y La batalla de las colinas del whisky.