“La UCI me ha enseñado que el tiempo sin amar es tiempo perdido”
–Premio European Awards in Medicine 2022 en Medicina Intensiva. ¿Qué supone este reconocimiento?
–Es el reconocimiento a muchas horas de esfuerzo y sacrificio. Cuando se premia a alguien, la atención se centra en el logro y casi nada en el camino recorrido hasta llegar ahí. En mi caso, muchas horas de estudio, de hospital, de correr por los pasillos, de noches enteras en vela, de luchar contra la muerte, de compartir, de acompañar, de sostener miradas y de salvar una vida o de sostener la mano de otra que, irremediablemente, se pierde. Siento que también es importante para que se conozca y se ponga en valor lo que la especialidad de Medicina Intensiva aporta a la sanidad y a los pacientes. Hasta que el Covid llegó a nuestras vidas, éramos los grandes desconocidos.
–Es un galardón que premia el esfuerzo, la determinación y la creatividad. ¿Qué tiene de estas virtudes?
–No sé si son virtudes o, más bien, de ser tan intensos, defectos. Lo que sé es que nunca tuve freno para dedicarme a lo que he querido. Nunca vi el límite o la dificultad. He invertido tiempo y esfuerzo en aprender nuevas técnicas, adquirir habilidades y conocimientos que pudieran mejorar la atención a mis pacientes y dar respuesta a situaciones que la medicina convencional no llega a entender ni tratar. Por ello me he formado en medicina tradicional china, acupuntura, medicina ortomolecular, integrativa, medicina antiaging, genética o incluso medicina estética. Mi vocación es ayudar, resolver problemas. Soy una solucionadora.
En ningún caso la máquina puede sustituir al médico, pero la IA nos ofrece una ayuda inestimable”
–¿Por qué eligió Medicina Intensiva?
–Mi vocación por ayudar a los demás viene conmigo desde que puedo recordar. Creo que esto, junto a un deseo insaciable de aprender y comprender, fue lo que me llevó a estudiar Medicina. Y elegí esta especialidad porque entendí que era la más completa, la más exigente. La que me daba la oportunidad de hacer realidad el deseo de ayudar.
–¿Ha cumplido sus expectativas como especialidad a la que ha dedicado su vida?
–Y con creces. He crecido y he aprendido mucho de todos mis pacientes y de sus seres queridos. He aprendido que no siempre la vida es la mejor opción, que cuando la muerte lenta acecha, es mejor abrazarla y calmar el sufrimiento, quitar el dolor, dignificar y acompañar en el ocaso. En la mirada vacía de la madre que perdió a su hijo en aquel accidente de tráfico, aprendí que todo puede cambiar en un segundo, que no sabemos cuándo y que el tiempo sin amar es tiempo perdido.
–No sólo es médica, compagina su actividad clínica con el cargo de responsable de relaciones con los inversores, dentro de la red de negocios Smart Meeting. ¿Cómo acaba una intensivista haciendo negocios con inversores?
–Tengo que reconocer que no soy muy convencional. Mi curiosidad no se ha limitado al campo de la medicina. En la búsqueda de respuestas, me he topado con mentes maravillosas que me han abierto caminos en campos como el de la inteligencia artificial (IA). Durante varios años, compaginando con mi actividad clínica, fui Chief Medical Officer de una compañía que aplicaba IA en el desarrollo de software para diagnóstico en patología de la retina. Ahí empezó mi relación con el mundo de la inversión, fundamentalmente en Suiza, donde asistía con regularidad a meeting con todo tipo de inversores.
–¿Qué le aporta esa faceta?
–Cuando Smart Meeting me ofreció la posibilidad de hacerme cargo de las relaciones con los inversores, entendí que era la gran oportunidad de poner en valor todo lo aprendido y de apoyar proyectos, no sólo en el campo de la salud, sino en todo