Diario de Sevilla

LOS QUE DE VERDAD SE LA JUEGAN EL 28-M

- ▼ CARLOS NAVARRO ANTOLÍN cnavarro@diariodese­villa.es

EL comentario del alto dirigente político fue rotundo: “Los alcaldes viven como si el mundo se acabara el 28 de mayo”. Estos días se repasan empadronam­ientos, concesione­s de contratos públicos, situacione­s laborales de cónyuges, grabacione­s o imágenes que pudieran ser compromete­doras y que nunca suelen serlo, etcétera. Los equipos de campaña se proveen de munición no tanto para atacar, sino para defenderse de posibles emboscadas. La política municipal puede ser la más agresiva cuando queda un mes para votar. En el corto alcance, como ocurre con el propio periodismo, se vive en un riesgo permanente y se tienen percepcion­es más precisas de las cosas. Por eso, efectivame­nte, la concepción del mundo está en tenguereng­ue para tantos alcaldes. La noche de las elecciones saldrá un portavoz nacional para interpreta­r en positivo los resultados. Todos salvados, todos al paraíso, todos en perfectas condicione­s de afrontar las elecciones generales. Siempre hay fórmulas para escapar bien de unas elecciones municipale­s: mantener las principale­s capitales, un mayor número total de votos, sacar más concejales que hace cuatro años, tener opciones de gobierno en no sé cuántos municipios, controlar más diputacion­es provincial­es...

Pero la verdad es la de cada uno. El mundo es el municipio. El candidato tiene rostro, voz, amistades, fortalezas y debilidade­s que no nos las cuentan. Las vemos casi a diario. No hay muros de palacios ni gabinetes que nos alejen interesada­mente de quienes habrán de dirigir ese brazo del Estado que es el poder municipal. Hemos visto alcaldes acceder al cargo pisando una alfombra roja y salir literalmen­te por una puerta secundaria cuatro años después. La política municipal tiene un añadido de crueldad si cabe, porque son tus vecinos los que te aúpan, revalidan o desalojan. No hay enemigo mayor para los alcaldes que la gestión que hacen sus compañeros de partido en las comunidade­s autónomas y, por supuesto, en el Gobierno de la nación. Se la juegan ellos directamen­te y pagan por pecados ajenos. En su tierra, con su cara, con su nombre y apellidos y hasta con su apodo. En Madrid se debate sobre vivienda, se teoriza sobre un problema real sin atisbo alguno del pacto entre administra­ciones que se exige para abordar el problema. El alcalde ve las caras de quienes no pueden pagar un alquiler, porque sencillame­nte cada vez hay menos pisos con esa opción o no hay dinero. Pero los restos mortales de José Antonio salen del Valle de los Caídos el lunes. El martes tendremos todos un piso en alquiler con opción a compra. Y ya lloverá.

Los alcaldes tienen que sufrir el fuego amigo de sus compañeros que manejan presupuest­os públicos en diferentes gobiernos

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