Diario de Sevilla

La Semana Santa es religiosa, la Feria es sagrada

LA Las sevillanas son el gentilicio más universal de la fiesta. Están en el anuncio de Tussam, en los carteles del palacio de Dueñas, en los trajes colgados en las tintorería­s

- FRANCISCO CORREAL fcorreal@diariodese­villa.es

AL menos en los ritos, la Semana Santa es religiosa, pero la Feria es sagrada. Todo es Feria en Sevilla hasta la periferia. Con dos semanas de diferencia entre la vuelta del Resucitado a Santa Marina y la prueba del alumbrado en Adolfo Suárez con Flota de Indias, la ciudad se adentra en la vorágine. Es la ciudad efímera, pero más efímero es el tiempo. Pasa la Vida. Las sevillanas de Manolo Garrido sonaban ayer en Mariscos González, la pescadería de la calle Baños. El apellido se repite en la Tintorería González. Allí es Feria todo el año. Está en Peris Mencheta esquina con la calle donde nacieron Belmonte y Jesús de la Rosa.

En esta tintorería situada en un lateral de la parroquia de Ómnium Sanctórum, junto a la puerta por la que se accede a los oficios, se ha vivido el tránsito primaveral de la madre que llevaba las túnicas de nazarenos de sus hijos para lavarlas y tenerlas listas para la próxima estación de penitencia con los trajes de gitana colgados, bailes deconstrui­dos en busca de pies, brazos y cintura para seguir los cánones de Realito o del maestro Otero.

La ciudad se inventa una Feria y la Feria se reinventa a sí misma. Aquí Rimsky-Korsakov, Sibelius o Debussy compondría­n música de sevillanas. El gentilicio más inmortal de la ciudad, que mereció hasta una película de Carlos Saura. Feria in memoriam para el cineasta aragonés al que sus paisanos le exigieron una película sobre la jota para que finalmente fuera profeta en su tierra y no se dejara embaucar por los volantes y los palillos. La ciudad estrena esta Feria una estatua del Pali y una plaza para los Cantores de Híspalis. La primera junto al edificio de Hacienda donde trabajaron el poeta Juan Sierra y el pregonero Ignacio Montaño, en la plaza Indalecio Prieto, que tenía un cierto parecido facial al trovador de Sevilla, como lo llama Antonio Ortega en su biografía. Paco Palacios esculpido con su silla al reverso en la calle Tomás de Ibarra, obra de Jesús Méndez Lastrucci, el artista del que hay un Elvis en el santuario laico de Memphis.

La plaza Cantores de HÍspalis está en el barrio D del Polígono de San Pablo. El cuarteto actual protagoniz­a las sevillanas del anuncio de Tussam. “… y Sevilla es primavera cuando llega el mes de abril”. La letra es de Manuel Melado. El barbero de Sevilla está de doble actualidad porque casi todas las television­es, en la retirada de Joaquín Sánchez, titulaban con la finta y el sprint, las dos palabras con las que el speaker del Betis anunciaba la presencia del filigraner­o del Vaporcito.

En la calle Amor de Dios cerró el cine Cervantes. La única pantalla es la calle vista desde los tres sillones de la peluquería de Melado. Pasa la vida. Se ven retazos manchester­ianos, el sastre Francisco O’Kean caminando a su tienda de la calle O’Donnell. Y pasan con cierta regularida­d autobuses de las líneas 13 y 14. No hay nada más parecido a una caseta de Feria que un autobús urbano en hora punta. Ni mejor pañoleta que una parada de autobús. 13 y 14 suman 27, que sale de la Campana. Cifras de una generación de poetas cuyo centenario en 2027 será también año de elecciones municipale­s.

Por la calle Francos pasan una veintena de cofradías según las cuentas de Fernando Gabardón de la Banda. No caben coches de caballos, aunque antes sí solían encargar borlas y borlones en la Cordonería Alba, negocio más que centenario fundado en 1904, el mismo año que la Cruzcampo. En manos de la misma familia, su actual propietari­o dice que han estado desbordado­s en Semana Santa, pero que la Feria les da menos trabajo que el Rocío… y las elecciones municipale­s. Encargos de cordones para alcaldes y concejales, en puridad aspirantes a alcaldes y a concejales de la capital y municipios de la provincia en las urnas del 28 de mayo. La casa de Alba era una buena cliente en vida de la duquesa. Quien visite el Palacio de Dueñas podrá comprobar lo que le gustaban a doña Cayetana las fiestas y costumbres de su ciudad adoptiva. El palacio es un Guggenheim de carteles de fiestas primaveral­es.

El jueves había cola en Blanco Azahar, en la calle José Gestoso, para conseguir f lores ornamental­es para la Feria. Es la antigua casa de los Plásticos de 1956. De una década antes, 1944, es Pérez Cuadrado, un clásico de la lencería, interiores fundamenta­les para que el cuerpo de baile sea baile del cuerpo. En la librería Caótica no había degustació­n de rebujito. Se presentaba un libro titulado Fanta Naranja Limón, de Gonzalo Yut. Tiempo de sevillanas y de manzanilla. El vapor Sevilla-Sanlúcar en el que viajó José el de la Tomasa en su libro Alma de Barco hace la ruta a la inversa, réplica de los circunnave­gantes, para llenar el real de manzanilla. La pintora Uta Geub, alemana de Friburgo afincada en Sanlúcar, es embajadora de la manzanilla Las Medallas, ideal para la próxima Feria, que coincidirá con año olímpico y bisiesto.

Como la lágrima de la ópera, alguna sevillana furtiva se habrá deslizado sobre el Cossío del rock que se ha escrito Luis Clemente. 366 páginas de un libro titulado Rock Progresivo Español, desde 1966 a 1979, año de las primeras elecciones municipale­s. El año que la democracia llegó a los ayuntamien­tos, aunque la Feria la democratiz­ó el alcalde Juan Fernández llevándola del Prado a Los Remedios. El único caballo que quedó fue el del Cid Campeador.

Año de muchas elecciones, el real se llenará de políticos. El presidente del Gobierno se ha presentado a un casting para componente de Los Doñana. Los grupos de sevillanas ya insinua

Primera con un monumento al Pali y una plaza a Cantores de Híspalis

En la calle Feria es Feria todo el año. El Pianillo saca carteles de la Feria del Prado

ban en sus nombres que el medio ambiente o el cuarto y mitad iba a ser el tema central de los debates: Lubricán, Sal Marina, Albahaca, Los del Guadalquiv­ir, Los Marismeños, Ecos de las Marismas, Raya Real, Los Romeros de la Puebla, Los Rocieros, Los del Río, Amigos de Gines. Eran señales por sevillanas en esa Algaida de Caballero Bonald, su Campo de Agramante donde el lince tenía ojos de gato.

En la calle Feria es Feria todo el año. La tienda de antigüedad­es El Pianillo saca carteles de fiestas de la Feria del Prado. La Feria de 1927, la de 1946 o la de 1954. La retirada de Joaquín y el triunfo del Sevilla sobre el Manchester United son los prólogos balompédic­os. Miguel Machado iba a su casa a ver el partido. Llevaba una bufanda y la camiseta con el dorsal de Antonio Puerta. Miguel nació en 2007, el año que muere Puerta, cuyo gol al Schalke 04 un jueves de Feria habrá vuelto al imaginario colectivo de Nervión en este jueves de preferia.

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M. G. Inauguraci­ón del monumento a El Pali junto a la Casa de la Moneda.
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