Diario de Sevilla

La danza libre de Vanesa Aibar

● La bailarina y coreógrafa jiennense afincada en Sevilla presenta ‘Áspid’ en La Fundición, unos días después de lograr el Max al mejor espectácul­o de danza por ‘La reina del metal’

- Rosalía Gómez

El jueves, en una única función, Vanesa Aibar presentó en La Fundición su espectácul­o Áspid. Era su primera aparición tras haber conseguido el pasado lunes, en una gala celebrada en Cádiz, el Premio Max al mejor espectácul­o de danza por otra obra, La reina del metal. Un triunfo para las artes escénicas andaluzas y, especialme­nte, para Jaén ya que el bailarín y coreógrafo de Vilches, Mario Bermúdez (Marcat Danza), se alzó también con el Max al mejor intérprete masculino de danza.

Su baile afronta en ‘Áspid’ un diálogo sin concesione­s con la música de José Torres

Áspid, premiada en 2020 por la Asociación de Profesiona­les de Danza de Andalucía, es una versión realizada para espacios no convencion­ales del espectácul­o Sier pe, estrenado en 2019 en la Bienal de los Países Bajos.

En ambos, Aibar ref lexiona sobre la feminidad a partir de la simbología que, a lo largo de la historia, ha relacionad­o a la mujer con la serpiente. En Áspid, concretame­nte, lo hace mediante la fórmula que más le gusta y que mejor domina: el dúo interactiv­o entre música y movimiento.

Su danza, en efecto, afronta aquí –como en casi todos sus trabajos– un diálogo libre y sin concesione­s con la música, en esta ocasión obra de José Torres, un guitarrist­a y compositor tan amante de la experiment­ación como ella misma, autor de una partitura donde se mezclan sonidos experiment­ales y ritmos clásicos f lamencos como el Vito o la seguiriya.

Con la ayuda de un original vestuario –una pesadísima bata de cola hecha con cables que la atrae a la tierra o una enormísima pamela que cubre parte de su cuerpo–, Aibar va mostrando todas las facetas de esa poderosa mujer sierpe que, al final, tras un voluptuoso asedio, encontrará la manera de fundirse con el hombre y con su música.

Aibar, formada inicialmen­te en danza española y f lamenco, desarrolló pronto una gran inquietud por el movimiento en todas sus manifestac­iones. Un hecho al que no es ajena la lesión neurológic­a que sufrió de niña, con sus largas sesiones de rehabilita­ción, ni su actual diplomatur­a en fisioterap­ia. Un bagaje que la ha llevado a desarrolla­r un lenguaje propio en el que se mezclan de forma natural los ritmos flamencos y la libertad absoluta de la danza contemporá­nea.

Su enorme versatilid­ad y su ansia de experiment­ación le han permitido colaborar con artistas de diferentes géneros, desde Carmen Linares y Mayte Martín a Juan Carlos Lérida o la compañía sevillana Danza Mobile, así como crear piezas de diferentes formatos: espectácul­os como EviscerArt­e, Liminal o Sierpe; piezas cortas como Mujer en Azul o incluso vídeocreac­iones, como el vídeo realizado en la sevillana

Fábrica de Artillería que dio origen a La reina del metal.

Este último trabajo, merecedor como se ha dicho del Premio Max, es también un diálogo, iniciado durante la pandemia y perfilado luego en varias residencia­s artísticas, entre el cuerpo de la bailarina y los sonidos creados por el percusioni­sta castellone­nse afincado en Holanda Enric Monfort.

Frente a sus obras anteriores, y a pesar de tener solo dos protagonis­tas, La reina del metal es un espectácul­o de gran formato en el que han colaborado de manera decisiva la iluminació­n de Cube y las esculturas contemporá­neas de Susana Guerrero, todas ellas realizadas en hierro doblado y soldado.

Una singular creación que habrá que esperar ya a la próxima temporada para verla en esta ciudad.

 ?? CARLOS BONILLA ?? Vanesa Aibar y José Torres, protagonis­tas de ‘Áspid’, en el escenario de La Fundición.
CARLOS BONILLA Vanesa Aibar y José Torres, protagonis­tas de ‘Áspid’, en el escenario de La Fundición.

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