EXPECTATIVAS MUTUAMENTE INCOMPATIBLES
Jefe de estrategia de Singular Bank
LAS bolsas están cerca de máximos, las primas de riesgo del crédito y de las acciones están bajando y el consenso anticipa un crecimiento de los beneficios, indicando que el mercado otorga una baja probabilidad a una recesión. Rebotan las cotizaciones de los bancos y se asume que sus problemas quedarán circunscritos a las entidades regionales y al sector inmobiliario comercial de EEUU. Los mercados dibujan así un escenario muy benigno basado, en nuestra opinión, en unas expectativas mutuamente incompatibles.
Si el mercado laboral prolonga su resiliencia, la inflación subyacente podría tardar años en volver al objetivo del 2%, y los costes salariales y financieros presionarían a la baja los márgenes empresariales. Si resultara que la banca no endurece las condiciones de financiación tanto como para ponernos al borde de una recesión, los bancos centrales tendrían las manos libres para prolongar unas políticas monetarias restrictivas hasta contener las tensiones inf lacionistas.
Lo que explica estas aparentes incongruencias es que se descuenta que la Reserva Federal dará un salto en el vacío bajando rápidamente sus tipos mucho antes de que los precios estén bajo control. Esto abarataría el crédito y podría evitar una recesión en EEUU. Pero creemos que es un escenario improbable, ya que la inflación subyacente se mantiene muy alta. Por esto son probables más subidas de tipos, un aumento de los diferenciales crediticios y una corrección en las bolsas. Con este panorama, conviene mantener la cautela y aprovechar la complacencia en los mercados para reducir algo las posiciones de más riesgo tanto en la renta fija y como en la variable.
Tras un comienzo de 2023 marcado por un mayor dinamismo de la actividad económica global, en la segunda parte del año se prevé una significativa ralentización de la producción. Una corrección a la baja que estaría en gran medida explicada por el repunte de las expectativas de inf lación.
A pesar de la moderación del índice FAO, históricamente correlacionado con la evolución del precio de los alimentos en las economías avanzadas, el indicador se sitúa un 30% por encima del nivel previo a la pandemia, lo que unido a las adversas condiciones meteorológicas globales y las crecientes tensiones comerciales presionarán al alza el precio de los alimentos. Paralelamente el precio del petróleo continuará con una gran volatilidad ante la reactivación de la economía china, la necesidad de EEUU de reconstruir la Reser va Estratégica de crudo (en su menor nivel desde 1983) y el recorte de producción de la OPEP+.
Un contexto de incertidumbre al que tampoco contribuirá a estabilizar el proceso de desglobalización y fragmentación geoeconómico o la posible f lexibilización monetaria ante la inestabilidad del sistema financiero global.