La subasta electoral de la vivienda
Apoco más de un mes de las elecciones municipales y autonómicas, el Gobierno acaba de descubrir que el país sufre un agudo problema de vivienda. La subida de los tipos de interés ha encarecido la mayoría de las hipotecas mientras la inflación menguaba el poder adquisitivo de las familias. En las principales ciudades del país, el auge de los pisos turísticos ha reducido la oferta disponible para el alquiler y disparado las rentas de los arrendamientos. Para los jóvenes, acceder al mercado en cualquiera de sus variantes se presenta como un sueño inalcanzable y el propósito de independizarse, una quimera. La realidad de las cifras evidencia que la situación no ha preocupado en décadas. Sólo el 2,5% del parque inmobiliario de
España se destina a vivienda social. En la Unión Europea, la media supera el 9%. Con estos antecedentes, asistimos en la última semana a una lluvia de promesas sin el más mínimo pudor. El Ejecutivo central pactaba con los independentistas de ERC y Bildu un proyecto de ley para topar el precio de los alquileres. Una regulación muy contestada por el sector que advierte de que provocará el efecto contrario. El propio Sánchez lideraba en persona otros
Sánchez ha liderado dos anuncios para anotarlos en exclusiva en el haber del PSOE y Núñez Feijóo tampoco se ha quedado atrás con las promesas
dos planes para anotarlos, en exclusiva, en el haber del PSOE. La movilización de 50.000 viviendas de la Sareb, el llamado banco malo, que finalmente se queda en agua de borrajas, si se descuentan las okupadas y las pendientes. Y a las capitales de provincia sólo les correspondería un 15% del total. Tras el fiasco, nueva chistera con 4.000 millones de fondos europeos para promover otros 43.000 pisos nuevos con alquileres asequibles. Núñez Feijóo tampoco se ha querido quedar atrás. Cheque de 1.000 euros a jóvenes y cesión de suelos a promotores privados para que construyan inmuebles y los arrienden con una rebaja del 40% sobre del precio real. Una subasta con titulares de trazo grueso que esconde la letra pequeña del puro mercadeo electoral.
AY animales de Feria como los hay de la política. Es un elogio, por supuesto. Hay animales a la hora de dar pésames, que aprovechan la breve visita al tanatorio para ahorrarse el funeral con misa y homilía, como por supuesto sortean las misas de las bodas y acuden al convite o las de la primera comunión y asisten solamente al banquete. En la Feria no hay quien se libre de una recepción sudorosa y con todos sus codazos y catavinos vertidos sobre las chaquetas. “Huy, perdone”. Y ya está alguien pidiendo el Cebralin y aparece otro que explica como un cuñado que ese producto deja cerco y es peor. El caso es que hay gente con un cuadrante de asistencia a recepciones que haría temblar a cualquiera que no fuera... un animal social. El año pasado vimos al presidente de la Cámara de Comercio, don Francisco Herrero, acudir a nueve recepciones el martes de Feria. La lista precisa de las entidades convocantes era la siguiente: Bidafarma, Fuerza Terrestre, Ayuntamiento de Sevilla, Autoridad Portuaria, Fundación Cajasol, Asociación de la Prensa, Círculo Mercantil, Colegio de Economistas y Endesa. Y a todas llegó para dar la cabezá, una detrás de otra, porque se tiene tiempo para poco más cuando hay que estar en nueve casetas en poco más de dos horas. Si hay un hombre de la pre-Feria como
Miguel Gallego, que muchos creemos que la fundó con su ya célebre potaje de los viernes previos al alumbrado, también lo hay de las recepciones, que es este Herrero incombustible que no se pierde una. Don Francisco es el arte de estar, porque tiene claro que lo importante es estar. Hay sevillanos que prefieren el arte de la ausencia, pero no es evidentemente su caso. “Paco Herrero es muy simpático, me cae muy bien”, proclamó Rajoy en Sevilla. Con nueve recepciones hay que trazar una hoja de ruta, estudiar los itinerarios con el celo del Consejo de Cofradías y casi no beber alcohol. Si a su recepción no asiste Paco Herrero es que es un acto de absoluto medio pelo. Es el último mohicano de la Sevilla de los años 90, el que se mantiene siempre cuando los demás hace tiempo que dejaron de estar. La clave es su condición de maniguetero del Lunes Santo. Sabe mantenerse firme en las bullas, soportar fotógrafos y cangrejeros y, por supuesto, toda clase de apreturas. Si ven estos días a Herrero por las calles del real no lo paren, acaso anímenlo, porque llevará la velocidad de Santa Marta de vuelta camino de dar la cabezá en la cuarta o quinta recepción del día. “Aguantas más que Paco Herrero en la Feria”, se dice. Y con el traje siempre como si fuera la hora del Ángelus. Listo para ser testigo de una boda si fuera preciso. Unos vienen y otros van, Paco Herrero siempre está. Con las pilas alcalinas puestas.
Si existe el animal social de la Feria es sin duda el presidente de la Cámara de Comercio, un verdadero incombustible