Diario de Sevilla

OTRAS ‘ 1973

- ▼ CARLOS COLÓN ccolon@grupojoly.com

SE celebra estos días el cincuenta aniversari­o del traslado de la feria del Prado a Los Remedios con un balance positivo –destacando la democratiz­ación de la feria, cosa desde luego singular tratándose de un Ayuntamien­to franquista– y con loas al alcalde que lo decidió. Supongo que no se celebrarán y quizás ni tan siquiera se recordarán otras dos decisiones de 1973 tomadas por aquel mismo alcalde y aquel mismo equipo de gobierno: los derribos del mercado de la Encarnació­n y el teatro San Fernando, construido­s en 1842 y 1847. Los hechos negativos o tristes no se celebran, se conmemoran. Y tampoco se conmemorar­án porque para muchos sevillanos de entonces (y temo que de hoy) dichos derribos no fueron iniciativa­s negativas de triste memoria.

En lo que al mercado se refiere su derribo fue saludado como una medida higiénica que quitaba de en medio un edificio degradado y maloliente, un nido de ratas medio arruinado y en parte abandonado. Todo fruto del abandono municipal, además de cambios en las formas de vida, despoblaci­ón del centro y concurrenc­ia de otras formas de ventas de alimentos. Se le dejó morir para después rematarlo diciendo que su derribo era

Hace 50 años del traslado de la Feria y, también, de los derribos del teatro San Fernando y del mercado de la Encarnació­n

necesario: un signo de modernizac­ión y desarrollo tal y como el franquismo lo entendía que prolongaba tardíament­e el proyecto de apertura y remodelaci­ón de la zona iniciado en los años 50 con la demolición de una parte del mercado y la apertura de Imagen. En esos mismos años Europa ofrecía dos soluciones distintas a los mercados históricos: entre 1969 y 1973 se derribó la gigantesca estructura de arquitectu­ra de metal de Les Halles de París mientras en 1974 Londres decidía conservar Covent Garden tras el traslado del histórico mercado de f lores, frutas y verduras. Sevilla optó por lo primero. Eso sí, con la originalid­ad muy nuestra de dejar el solar durante 37 años. Hasta que de la tumba del mercado, como lovecrafti­anas emanacione­s inmundas, surgieron las setas.

El derribo del teatro San Fernando no originó polémica. A los sevillanos les importó un pimiento que se hubiera dejado morir durante más de tres años, cerrado, el mejor y más grande teatro de la ciudad –3.000 localidade­s, frente a las 1.800 del Maestranza– hasta que fue aconsejabl­e su demolición. Donde estuvo se alzó el enorme adefesio que allí sigue. ¿Se recordará el cincuenten­ario de estas otras gestas del Ayuntamien­to de 1973? Seguro que no.

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