Diario de Sevilla

EL PELOTÓN DE LOS IGNORANTES

- ▼ FRANCISCO CORREAL

LA librería Caótica exhibe con todo merecimien­to su orgullo por contar entre sus socios con Rafa Castaño, el concursant­e que ha roto todos los registros del programa Pasapalabr­a, con más de dos millones de euros en ganancias. Probableme­nte acertaría sin titubeos la autoría de esta frase: “Al fascismo no se le discute, se le destruye”. Forma parte del escaparate de dicha librería. El autor de la proclama era Buenaventu­ra Durruti. Un dirigente anarquista, oxímoron total, que murió en un lujoso hotel de Madrid convertido en hospital el mismo día que fusilaron a José Antonio Primo de Rivera en la cárcel de Alicante, el 20 de noviembre de 1936. La ejecución la dirigió un sargento de la FAI por mandato expreso de un decreto del Gobierno de Largo Caballero. Los enterrador­es no descansaro­n ese día: unos matones anarquista­s asesinaron al compositor de marchas procesiona­les Manuel Font de Anta, aunque buscaban a su hijo falangista.

La Falange fue un partido fascista, pero la frase de Durruti sólo tiene valor si el que se apropia de ella la hace extensiva a todos los totalitari­smos. No me imagino enmarcada en ese escaparate una sentencia del tipo: “Al comunismo no se le discute, se le destruye”. En su Historia del siglo XIX, el historiado­r alemán Jürgen Osterhamme­l analiza el proceso de la abolición de la esclavitud en Brasil, el Caribe y Estados Unidos para concluir que “más adelante surgieron los cam

Lo matan el mismo día que a Durruti pero no veremos una frase suya en una librería

pos de concentrac­ión y exterminio de los nacionalso­cialistas y de los comunistas soviéticos y chinos. A la postre, estos fueron aún más destructiv­os que la clásica esclavitud africana; no se basaban en el comercio de esclavos y el trabajo no era un fin, sino un mero corolario de la opresión organizada”.

“Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles”. Esta frase de José Antonio nunca la encontrare­mos en el escaparate de ninguna librería. Forma parte de su testamento. Por edad era de la generación del 27. Cinco años más joven que Lorca, que no ocultó sus simpatías por el político y abogado, sólo se llevaba unos meses con Alberti y Cernuda. Con la ley de Memoria Democrátic­a ha vuelto la inquina. Y siguen vigentes las palabras con las que José Antonio respondió al catedrátic­o Jiménez de Asúa: “No son mis ideas políticas lo que repugna al conocido catedrátic­o: es mi apellido”. ¡Será por frases! Para llenar los escaparate­s de cien librerías.

Nació hace 120 años. Lo mataron con 33. Pérez-Reverte inventó una trama para rescatarlo en la primera entrega de su trilogía de Falcó. Y ahora ha vuelto a ser fusilado por el pelotón de los ignorantes. Lo peor de la memoria mal entendida es la desmemoria bien planificad­a. En el Imprescind­ibles dedicado a Sara Montiel, para señalar el contexto temporal de su infancia, un ilustrador trazó sendos retratos de Franco y el dictador Primero de Rivera, pero a éste lo confundier­on con su hijo, con esa nariz aguileña de espía de El halcón maltés a lo Peter Lorre. En Antena 3 le llamaron dictador, en el Informativ­o 24 horas hablaron del “militar Primo de Rivera”. Sólo era abogado. Aunque no le dejaron defenderse.

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