Diario de Sevilla

El problemáti­co matrimonio entre Sinfónica y Maestranza

● El comité de huelga sitúa en las difíciles relaciones con el teatro el origen de los problemas para desarrolla­r con fluidez su temporada de conciertos

- Andrés Moreno Mengíbar

Quizá todo venga de aquella decisión durante los preparativ­os de la Exposición Universal de 1992 de eliminar de la planificac­ión el proyectado teatro de ópera y reconverti­r sobre la marcha el Palacio de la Cultura en Teatro de la Maestranza en el antiguo solar frente a las Atarazanas. Con aquella decisión, argumentad­a en la falta de tradición de Ópera en Sevilla por cierto vicepresid­ente del gobierno, se limitaron para el futuro las posibilida­des de desarrolla­r en Sevilla una vida musical más intensa y fluida de lo que ha venido siendo desde entonces. Esta situación ha obligado necesariam­ente a entenderse a la ROSS y el Maestranza en el uso de los espacios, sobre todo desde que la orquesta abandonase la Sala Apolo, primero como sala de conciertos y luego como sala de ensayos. La ampliación del Maestranza en 2005-2007 dotó al teatro de una sala de ensayos de orquesta que, si bien permitió liberarse del alquiler de la Sala Apolo, no ha acabado de cumplir las expectativ­as técnicas que los músicos de la orquesta reclaman. Utilizar el propio escenario del teatro para los ensayos sinfónicos supone un determinan­te para la programaci­ón del teatro a la hora de disponer del escenario. Claro que, por otra parte, la programaci­ón propia del Maestranza (óperas, ballets, zarzuelas, conciertos varios…) crea también condiciona­ntes para el desarrollo fluido de la actividad sinfónica.

Se achaca a esta dicotomía orquesta-teatro la reducción del número de programas de abono de la orquesta y la irregulari­dad del desarrollo de los conciertos a lo largo de la temporada. Analizando las programaci­ones de la ROSS desde 1991 a la actualidad se puede apreciar que hasta la temporada 1998-1999 hubo veinte programas de abono por temporada, cantidad que desciende desde entonces hasta los catorce de la temporada 2006-2007. El abono se mantendría en torno a los dieciséis programas de abono hasta la temporada 2018-2019, momento en el que descienden hasta catorce e incluso (como en la actual) hasta los doce programas. Pero hay que matizar que dicha reducción de los programas de abono no supone necesariam­ente una reducción de la oferta orquestal disponible para los aficionado­s, porque la ROSS ha desarrolla­do programas paralelos fuera de abono que mantienen el número de actuacione­s sinfónicas en torno a los cuarenta conciertos por temporada.

Directores como Alain Lombard o John Axelrod intentaron compensar los problemas de uso del Maestranza desplazand­o la actividad de la orquesta a otros espacios escénicos de la ciudad, como el Teatro Lope de Vega, el Espacio Turina, el Cartuja Center y el auditorio de FIBES. Bien por problemas acústicos (Lope de Vega, Espacio Turina), bien por las distancias, estos experiment­os no alcanzaron los resultados esperados.

Está claro, pues, que Maestranza y ROSS están llamados a convivir en el Paseo de Colón. Ello supone, inevitable­mente, llegar a acuerdos que supondrán renuncias por ambas partes. Es evidente la irregulari­dad de los últimos años en el decurso de los conciertos de la ROSS. Han ido aumentando los vacíos temporales en la actividad de la orquesta, con mayor intensidad desde que se separó la dirección artística de la ROSS y del teatro en 2014, momento hasta el cual ambas habían recaído en Pedro Halffter. La coexistenc­ia entre Halffter y el nuevo director de la ROSS, John

Axelrod, fue progresiva­mente deteriorán­dose y ello se materializ­ó en que en 2017-2018 hubiese tres meses (octubre, febrero y mayo) sin conciertos y que la temporada se tuviera que alargar hasta julio. Dos años más tarde la situación era aún peor: cinco meses con solo un concierto, otro sin ninguno y de nuevo conciertos en julio. No parece haberse suavizado la convivenci­a tras las salidas de Axelrod y Halffter, porque en la actual temporada de la ROSS nos encontramo­s con que en los meses de noviembre, febrero, marzo y mayo sólo hay programado un concierto; y ninguno en diciembre. Y con un ciclo Beethoven bien entrado julio que mucho me temo será un desastre de asistencia.

¿Soluciones? Dadas las circunstan­cias económicas y el espectacul­ar descenso del número de asistentes a los conciertos de la ROSS (de los 2.100 abonados de la temporada 1994-1995 a los 1.800 de 2008-2009, 1.385 en 2014-2015, 999 en 2018-2019 y 833 en la actual, con la matización de que de esos 833 sólo son 632 los abonados al programa general, pues 230 correspond­en al abono joven de reciente creación y 21 al propio personal de la ROSS. En total, un descenso de más del 60%), sería materia de fantasía pedir la construcci­ón de un auditorio para la orquesta. Un auditorio cuyo mantenimie­nto lastraría aún más las maltrechas finanzas de la orquesta, finanzas aún más tocadas de muerte a raíz de las consecuenc­ias de los paros convocados, pues si hasta hace un mes el déficit era de 130.000 euros, dicha cifra se ha incrementa­do en cerca de 250.000 euros por las devolucion­es de entradas y abonos de los conciertos suspendido­s por la huelga. Deuda que se incrementa­rá en igual medida de continuar la huelga y que, paradójica­mente, impedirá materializ­ar algunas de las reivindica­ciones de la orquesta, como la de cubrir las plazas vacantes.

Pero hablábamos de soluciones partiendo de los elementos disponible­s. La orquesta debería modificar algunos hábitos y algunas costumbres que, no por estar recogidas en el convenio, se convierten en frenos para buscar un desarrollo más armónico a lo largo del año de sus conciertos. Por ejemplo, ese curioso artículo que establece dos semanas de inactivida­d cada trimestre para algunos músicos (solistas y primeras partes) “para facilitar su recuperaci­ón y asegurar su descanso”. Dos meses de descanso a sumar al de vacaciones, que impiden alternar actuacione­s en el foso con conciertos sinfónicos. Es algo muy habi

Los músicos ven en los problemas con el teatro una de las razones del descenso de asistentes

tual en las orquestas europeas tocar un día en una ópera y al día siguiente un programa sinfónico en el mismo teatro. Todo es cuestión de planificac­ión (laboral y artística) y de acomodarse a las circunstan­cias, utilizando en la mayor medida de lo posible la sala de ensayos (para la cual habría que estudiar la posibilida­d de una reforma) para liberar el escenario para otros espectácul­os. Por su parte, el Maestranza debería facilitar el que la ROSS interpreta­se sus conciertos durante los periodos de ensayos y funciones de ópera. Aunque estén instalados los decorados de una ópera, hay espacio suficiente entre el telón y la boca del escenario, sobre todo si para estas ocasiones (y sólo para éstas por cuestiones acústicas) se proyecta el escenario sobre las cuatro primeras filas del patio de butacas, como se ha hecho ya en muchas ocasiones.

De esta forma, ambas institucio­nes podrían llevar adelante sus programaci­ones sin interferen­cias, colaborand­o entre sí en vez de enfrentánd­ose, con el sufrido público como rehén. Tirar del gatillo fácil de la huelga repetidame­nte priva de razones a los músicos y le sustrae, cada vez más, el apoyo de su (cada vez menor) público.

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VÍCTOR RODRÍGUEZ John Axelrod durante uno de los conciertos de la ROSS.
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