Diario de Sevilla

SÍNDROME DE ABSTINENCI­A DE VARAS

- ▼ CARLOS COLÓN ccolon@grupojoly.com

EL Ayuntamien­to de Gijón es el segundo de España que se dota de un reglamento de laicidad. El portavoz de Asturias Laica, la asociación impulsora, tras asegurar que “no se trata de prohibir los actos religiosos”, lo que tiene un aire de acto fallido dado que la Constituci­ón no lo permitiría, ha justificad­o así la necesidad del reglamento: “El ser humano siempre busca lo colectivo [y la religión católica tiene esta cualidad]. Sin duda [los católicos] logran formar comunidad y eso es absolutame­nte respetable, pero se trata de los espacios públicos, que son de uso y derecho de todos los ciudadanos”. El hombre confunde los espacios públicos, que abarcan también las calles y las plazas, con los edificios y centros educativos públicos. Afortunada­mente el desarrollo del reglamento sí lo distingue, porque de aplicarse a todos los espacios públicos habría que derruir o desamortiz­ar, para convertirl­os en otra cosa, templos, conventos y cualquier edificio cuyo uso y presencia en las calles y plazas ofendiera el principio de laicidad en un cruce entre Mendizábal y la voladura de la catedral moscovita de Cristo Salvador para

El reglamento de laicidad gijonés provocaría en la autoridade­s sevillanas síndromes de abstinenci­a de varas

erigir sobre su solar el Palacio de los Soviets, un mamotreto de 400 metros de altura rematado por una estatua de Lenin de 100 metros que nunca se construyó, ocupando su lugar una piscina gigante para que el proletaria­do se refrescara.

Pero no es a esto a lo iba, que Gijón está a 800 kilómetros y Moscú a 4.592, sino a la fantasía de importar el reglamento de laicidad gijonés a Sevilla. En el artículo 3 se escribe: “En el ejercicio de su función institucio­nal la Corporació­n Municipal mantendrá la separación y neutralida­d en actos celebrativ­os de entidades religiosas no realizando actos de culto religioso o veneración hacia imágenes o conceptos, ni participar­á en ceremonias, ritos o cualquier acto que formen parte de cualquier confesión religiosa”. Aplicado en Sevilla podría provocar severos síndromes de abstinenci­a en las autoridade­s de todos los colores políticos adictas a lugares destacados en actos religiosos y sobre todo a varas en presidenci­as de pasos. No sé en Gijón, pero en Sevilla esto manda mucho y no es cuestión de perderse el baño en multitudes de potenciale­s votantes, dada la sana pluralidad ideológica de quienes viven estos actos. Oportunism­o, sí, pero también una forma de tolerancia y de respeto a la cultura y tradicione­s de la ciudad.

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