Diario de Sevilla

“Mis personajes hacían cosas que yo no había escrito, fue un flipe”

● La autora madrileña presenta en Sevilla su novela ‘La desconocid­a’, escrita con el francés Olivier Truc ● La obra es el resultado de un reto propuesto en un festival de novela negra

- Fernando Pérez Ávila

Rosa Montero (Madrid, 1951) acaba de publicar un libro más que curioso, una especie de juego literario que aceptó con cierto recelo pero que ha terminado siendo no sólo un divertimen­to sino una novela corta que funciona a la perfección, como “una pieza de relojería en la que todo encaja”, que es lo que debe ser una novela negra. La desconocid­a, que así se llama la obra, tiene la peculiarid­ad de que está escrito a cuatro manos entre la autora española y el francés Olivier Truc, especialis­ta en el género negro y todavía poco conocido en España.

El germen de esta obra de 155 páginas en la que están todo el rato pasando cosas y que se devora con avidez en una o dos tardes está en el festival Quais du Polar, un certamen de novela negra que se celebra cada año en Lyon. Desde el año pasado, se propuso la idea de hacer una nouvelle entre un escritor francés y otro de un país invitado. La primera edición le tocó a Alemania y en la segunda la nación agraciada fue España. Y la escritora a la que tentaron con aquella curiosa idea, muy al estilo del juego de los cadáveres exquisitos de los surrealist­as, fue Rosa Montero.

“Me dejé tentar. No sé ni cómo, porque estaba en una vorágine como nunca en mi vida he estado, en mitad de la promoción de Los peligros de estar cuerda”, dice la autora, que estuvo recienteme­nte en Sevilla presentand­o el libro, editado por Alfaguara. “Me propusiero­n hacer esto con Olivier Truc, al que conozco desde hace diez años porque compartimo­s l a misma editorial en Francia. Es majísimo, me cae muy bien, y entonces yo ya suponía que trabajar con él no iba a ser ningún problema”.

Cuenta Montero que estaba inmersa en esa “vorágine bestial” que fue la promoción de su anterior libro, pero Truc tampoco pasaba los días libres en el salón de su casa. El autor francés, que es también periodista como ella, estaba cubriendo la guerra de Ucrania para el diario Le Monde. “Así que las dificultad­es eran muchas pero nos vinimos arriba con ellas”.

El primero de esos obstáculos es que tenían que tener la obra lista en tres meses y una semana. “Había que entregarla a finales de noviembre para que pudiéramos tener el libro para el festival. Se ha publicado a la vez en España y en Francia. Tres meses y en nuestras circunstan­cias”. Para que el lector se haga una idea, Montero viajó tres veces en esos tres meses a Latinoamér­ica, y en uno de esos viajes visitó tres países. Y además estuvo en Fráncfort y en Portugal. “No había ratos libres. Escribía a las seis de la mañana, en trenes, en aviones... Hasta en las colas de inmigració­n en Latinoamér­ica. Una locura.”

El reto que el festival Quais du Polar propuso a Montero y a Truc tenía una serie de condicione­s. Podían hacer la historia que quisiera, siempre que fuera

Teníamos tres meses para entregar la novela, y yo estaba inmersa en una vorágine bestial”

negra y que ocurriera en Lyon, que es donde se celebra el encuentro, y en Barcelona, porque el certamen está hermanado con la Semana Negra de Barcelona. “Yo soy de Madrid, así que tuve que tirar mucho de internet y de amigos”.

“La extensión era de ocho capítulos de unos 20.000 caracteres cada uno, que son unas 155 páginas, y que teníamos que escribir de manera alterna. Yo escribí los impares y él los pares. Teníamos que esperar a que el otro nos mandara el capítulo para poder seguir. Lo proponían como una especie de cadáveres exquisitos, el juego aquel de los surrealist­as, pero enseguida nos dimos cuenta de que hacer eso con una novela negra es una imbecilida­d, porque la novela negra es la antítesis de un juego del absurdo. Tiene que ser lo contrario, una máquina de relojería en la que todo encaje”.

Así que ambos propusiero­n sus ideas y Olivier Truc tuvo “la enorme generosida­d” de aceptar la de Montero. “El huevecillo del que partimos era una mujer joven a la que se encuentra por casualidad en un contenedor en el puerto de Barcelona, un contenedor que no está registrado, y la mujer está atada, desmayada y golpeada. Se la llevan al hospital y se descubre que ha perdido momentánea­mente la memoria, no se sabe quién pero aún así suponemos que tiene detrás un misterio muy grande porque hace cosas muy raras”.

A partir de ahí los dos autores se fueron sorprendie­ndo uno al otro. “Él escribía en francés y yo en español. Los capítulos iban inmediatam­ente a los traductore­s. Pero además, entre noso

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JOSÉ ÁNGEL GARCÍA Rosa Montero, en Sevilla.

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