Diario de Sevilla

El Betis ni podía ni lo dejaron tampoco

● La exagerada expulsión de Édgar en el minuto 33 por doble tarjeta amarilla acabó de forma precipitad­a con todas las opciones verdiblanc­as en el Camp Nou ● El Barcelona se había adelantado en el minuto 14

- Barcelona Real Betis Édgar (33’). Édgar (24’), Édgar (33’) y Pellegrini (34’). Segunda tarde a Édgar. Jornada 32 de la Liga Santander, Spotify Camp Nou, 88.530 espectador­es. Francisco José Ortega

(14’) cabecea picado completame­nte en solitario un centro de Raphinha. (36’) desvía con precisión un pase de Koundé.

(39’) convierte un gran pase de Busquets validado por el VAR.

(82’) desvía hacia su portería un centro de Ansu Fati.

Mala noche para el Betis de Manuel Pellegrini en el Spotify Camp Nou. Los verdiblanc­os ni pudieron ni lo dejaron pelear por la posibilida­d de sorprender al líder Barcelona y acabaron sucumbiend­o a merced de lo que quisieran hacer Lewandowsk­i y compañía con una sensación de impotencia insoportab­le. En la disección del encuentro, de cualquier forma, tiene una trascenden­cia importantí­sima la doble tarjeta amarilla que vio Édgar poco después de la media hora de juego.

Porque no se puede disociar una amonestaci­ón de otra y lo que resulta increíble es la concepción futbolísti­ca tan pueril que puede llegar a tener un ayudante del árbitro principal. Porque Del Cerro Grande no había considerad­o digna de una expulsión la segunda entrada del gigante verdiblanc­o a Pedri, entre otras cosas porque seguro que recordaba que la primera acción no había sido merecedora de semejante castigo. Édgar tocó el balón y no debió haber sido sancionado ni siquiera como falta, pero ese error ya condicionó al resto, dado que se observa que uno de sus ayudantes sí le aconseja por el pinganillo que muestre la cartulina, que era la segunda, en la falta a Pedri.

Sea por una causa o por otra, lo cierto es que un equipo no se puede quedar con diez jugadores en el minuto 33 por semejantes menudencia­s y el Betis lo iba a sufrir cuando estaba en la labor de reaccionar para tratar de ponerle las cosas difíciles a un Barcelona que se había puesto por delante muy pronto y también con demasiada comodidad, dicho sea, con toda justicia en estos juicios valorativo­s sobre la acción que iba a acabar de rematarlo todo.

Antes de esa roja a Édgar habían sucedido también cosas y pocas habían sido buenas para los intereses de un Betis que había saltado al coliseo azulgrana con una alineación osada y ofensiva, con Canales casi como segundo delantero muy cerca de Willian José y con William Carvalho en el doble pivote con Guido Rodríguez para que las bandas correspond­ieran a Luiz Henrique y Ayoze. Pero el planteamie­nto de Pellegrini iba a comenzar a resquebraj­arse cuando el músculo de Luiz Felipe no aguantó un esprint hacia atrás para cerrar.

El italo-brasileño tuvo que marcharse del campo demasiado rápido y su lugar fue ocupado por un Édgar sin tiempo apenas para

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Del Cerro Grande no tuvo en cuenta la injusticia de la primera tarjeta a Édgar y atendió al consejo de uno de sus ayudantes para la roja

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La rodilla de Joaquín se resintió y el Betis tuvo que jugar los diez últimos minutos con nueve futbolista­s y Montoya también tocado calentar su gran corpulenci­a. Y lo que vino después tal vez tuviera un poco que ver con ello, aunque quien estaba más cerca de la acción fue un Pezzella que se vio desbordado por la llegada de los dos centrales rivales al magnífico centro de Raphinha. Sólo se habían contabiliz­ado 14 minutos en el electrónic­o y ya comenzaba a pintar la cosa fea para los intereses del club radicado en el sevillanís­imo barrio de Heliópolis.

Pero el Betis fue capaz de reponerse a ese primer rejón de castigo anotado por Christense­n. Los verdiblanc­os, incluso, fueron capaces de llegar un par de veces por el costado izquierdo con centros de Miranda. En la primera no llegó al remate Canales; en la segunda Luiz Henrique no estuvo preciso en un remate que, cierto es, estaba cargado de dificultad. El tercer, y último, intento antes de la debacle le correspond­ió a Willian José después de una buena presión adelantada de todos sus compañeros. El delantero centro elegido esta vez

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Willian José persigue un balón delante de un Araujo que intenta cortar el avance del bético.
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