Campanas del oeste
● Se dice que la presidencia hizo una escabechina a la corrida de La Quinta en los corrales, lo que provocó el enfado de los ganaderos
A las ocho menos cuarto, rompieron el silencio sepulcral sobre La Maestranza unas campanas procedentes del otro lado del río, de Santa Ana, llamando a los feligreses a misa. El poniente empujaba el tañido casi idéntico al de otra iglesia que surgió en mi memoria, la de las Angustias, en Ayamonte.
Y me dio por imaginar si el toque que se escuchaba en la plaza de Sevilla no nacía en Triana, sino en Ayamonte, y que el viento del oeste lo arrastraba hasta allí, desde orillas del Guadiana hasta orillas del Guadalquivir. Tiene Ayamonte, por cierto, una plaza de toros muy bonita, encalada y sin callejón, del siglo XIX.
Antes se daban toros en septiembre, durante las fiestas patronales en honor a la Virgen de las Angustias. Hará unos diez años, un empresario salió huyendo con el dinero de la taquilla la mañana del festejo y, desde entonces, desconozco si el coso ha reabierto.
Antonio lleva desde el año 2000 siendo el acomodador de la grada del 9 en La Maestranza. La afición le viene por su abuelo, que fue arenero en Sevilla. Me recordaba Antonio que hoy, 1 de mayo, se cumple al aniversario de la cornada en el corazón de Manolo Montoliú. Él estaba en la plaza ese día, cuando el banderillero valenciano murió desangrado en la enfermería.
El acomodador tiene grabada en la memoria otra cogida que le impresionó mucho: la del novillero Curro Sierra en 2004. Ramón Vila y el cirujano cardiovascular pudieron salvarle la vida realizándole un injerto de safena en la unión con la femoral.
“Era un caño de sangre”, contaba Antonio desde su grada del 9. La intervención de un miembro de su cuadrilla, que le taponó la herida con el puño, fue providencial para controlar la hemorragia.
Esta feria me ha dado la impresión de que los toros han sangrado mucho más en varas. Y no porque se hayan empleado excesivamente. No sé si han cambiado el tamaño de la puya, o la afilan más. Ayer picaron muy bien Salvador Núñez y Mario Benítez.
Se dice que la presidencia hizo una escabechina a la corrida de La Quinta en los corrales, que incluso llegaron a echar para atrás un toro que ya estaba enlotado.
Cuentan también que los Martínez-Conradi se enfadaron mucho y amenazaron con no regresar a Sevilla. La corrida que saltó a la plaza no salió buena. Salvando un par de toros, le faltó fuerza y casta. Quizá sobraron kilos. No sé.
El mejor para el torero fue el primero, el único cinqueño. Curiosamente, la autoridad echó para atrás otro exactamente igual, también cinqueño, que los ganaderos querían defender, pero no hubo manera.
El clarinero desafinó una barbaridad. Parece que le pesa la Feria. A las ocho en punto, volvieron a sonar las campanas de Triana.
El mejor para el torero fue el primero, el único cinqueño; la autoridad había desechado otro